La luna de Saturno podría albergar vida
Las observaciones de la nave espacial Cassini de la NASA establecieron que la luna Encelado de Saturno tiene un océano líquido interno. El análisis de una columna de material oceánico expulsado al espacio sugiere que existen respiraderos hidrotermales alcalinos en el fondo marino de Encelado.
Desde aquellos tiempos en los que el filósofo, teólogo y poeta italiano Giordano Bruno (1548-1600) propusiera, en el siglo XIV, que el universo debía contener infinitos mundos habitados por animales y seres inteligentes, los astrónomos aún no encuentran algún tipo de indicio concluyente sobre formas de vida fuera de la Tierra, ni siquiera microscópica. De hecho, por sus ideas revolucionarias, entre las que destacan también que el Sol es una estrella más en el universo, Bruno fue quemado vivo en la hoguera por las autoridades civiles romanas, luego de ser declarado culpable de herejía por la Inquisición.
Hoy en día, afortunadamente, los pensadores, filósofos y sobre todo los científicos no son quemados en la hoguera y tienen toda la libertad para llevar a cabo sus experimentos siempre y cuando haya presupuesto para ello. Sin embargo, el problema al que se enfrentan ahora es a los límites que les impone la propia tecnología; pero ello se solventa, poco a poco, a través de la capacidad de nuestra especie para resolver problemas a través de la creatividad y la imaginación.
Un claro ejemplo de las posibilidades que nos ofrecen la ciencia y la tecnología fue el descubrimiento de metano en las nubes de Encélado, el sexto satélite natural más grande de Saturno. El hallazgo fue realizado por la sonda Cassini y el robot Huygens de la NASA y la Agencia Espacial Europea entre 2004 y 2017.
Al metano se le relaciona con la presencia de vida porque es un gas incoloro, inflamable y no tóxico que se genera de manera natural por la descomposición y putrefacción de la materia orgánica. En nuestro planeta se genera cuando se descompone la materia orgánica de los pantanos, las filtraciones de gas que se encuentran en los depósitos del subsuelo y la digestión del alimento que producen los animales. También, un gran volumen de este gas contribuye de manera significativa con el efecto invernadero en nuestro planeta.
Pero su presencia en otros mundos, como Encélado, podría estar más bien vinculada con la abundancia de microorganismos, aunque dicha hipótesis aún no es concluyente. De hecho, a su paso por este satélite, Cassini halló una gran cantidad de metano en las plumas de vapor de agua que son expulsadas desde las fisuras de su corteza congelada.
En un artículo publicado a principios de junio de este año en la revista Nature Astronomy, un grupo de investigadores de las universidades de París y de Arizona, sugiere que un proceso aún desconocido de producción de metano tiene lugar debajo de la capa helada de Encélado.
De hecho, las gigantescas columnas de vapor de agua que brotan de esta luna siempre causan fascinación entre los científicos y el público en general. Tan es así que los investigadores especulan que, debajo de su corteza de hielo, existe un inmenso océano de agua líquida que es el causante del surgimiento de estas columnas.
Cuando Cassini y Huygens estuvieron en Saturno y Encélado, durante 13 años, tomaron muestras de la composición química de las columnas de gas y detectaron una alta concentración de ciertas moléculas asociadas con respiraderos hidrotermales en la Tierra. Concretamente hallaron dihidrógeno, dióxido de carbono y metano. La presencia de este último fue totalmente inesperada.
Los respiraderos hidrotermales, también conocidos como fuentes hidrotermales, son grietas o fisuras que se forman en el fondo del mar, las cuales expulsan agua que previamente fue calentada por el magma que, en estado líquido, se encuentra en el núcleo de un planeta. Estos respiraderos suelen aumentar la temperatura del agua en unos 400 grados centígrados. Y es justamente el contacto entre el agua más caliente que es expulsada, con el líquido que se encuentra a menor temperatura, lo que produce esos chorros tan característicos en dichas fuentes.
Pero la pregunta central que pretenden responder los científicos es: ¿Podrían los microbios en la Tierra que consumen el dihidrógeno y producen metano explicar la sorprendente cantidad de metano detectada por Cassini en Encélado?
La respuesta es que ello llevaría muchos años hasta que otras sondas espaciales y otros robots se internen en su atmósfera y realicen análisis más minuciosos. Ello requería que dichos robots rompan la corteza de hielo a través de taladros con el fin de navegar por el hipotético océano de agua que existiría en esta luna.
Por otro lado, para explicar y darle sentido a los datos obtenidos por Cassini, los autores del estudio aplicaron novedosos modelos matemáticos que combinan geoquímica y ecología microbiana. A través de estos modelos, analizaron los procesos relacionados con los respiradores hidrotermales y las columnas de agua y los contrastaron con la información obtenida por la sonda. La conclusión a la cual llegaron es que los datos de Cassini son consistentes con la actividad de los respiradores hidrotermales microbianos, pero también con procesos que no involucran necesariamente la presencia de formas de vida. Dichos procesos, también dijeron, son diferentes a los que ocurren en la Tierra.
Los resultados también sugieren que, aún si se estima la producción de metano sin ayuda biológica, es decir, aquella no es provocada por organismos, ésta se encuentra lejos de ser suficiente para explicar la concentración de metano medida en las plumas de los respiraderos. Pero, a la hora de agregar metano producido por organismos, sí es posible darles sentido a las observaciones realizadas por Cassini. De ahí que los científicos sugieran realizar estudios más profundos para apoyar o descartar la hipótesis sobre la presencia de vida microbiana en Encélado.
Respecto al vínculo que podría establecerse entre la vida en otros planetas y lunas del sistema solar, con los componentes químicos que hay en estos últimos, en septiembre del año pasado se barajo la posibilidad de que, en Venus, un elemento encontrado en su atmósfera llamado fosfina o fosfano, estuviese relacionado con la vida. Pocos días después del anuncio, algunos destacados investigadores como Jesús Martínez-Frías de la Universidad Complutense de Madrid y Jorge Pla-García, del Centro de Astrobiología del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España, se mostraron cautos y mencionaron en una entrevista para el periódico El Confidencial que “la química del cosmos da muchas más opciones para formar este compuesto [la fosfina], además de la descomposición de la materia orgánica. No sería raro que en Venus se produzca debido a las fuertes presiones y temperaturas”. Con ello, ambos investigadores descartan así que dicho compuesto esté relacionado necesariamente con la vida. Y lo mismo podría suceder con el metano en Encélado: que su abundante presencia no esté necesariamente ligada con organismos.
Habrá que esperar a que futuras sondas y robots se internen aún más en sistema solar que, aunque parezca que lo conocemos con profundidad, todavía quedan muchas cuestiones por descubrir y develar, como el origen de la vida. Por lo pronto, entre 2028 y 2030, la NASA planea enviar dos sondas al hostil Venus. En lo que respecta a Saturno, la Agencia Espacial estadounidense planea llevar en 2026 a un robot llamado Dragonfly a la superficie de Titán, la luna más grande de este planeta. Ello con la finalidad de buscar indicios de vida pasada y presente.