Desinfodemia: ¿Es posible luchar contra ella?

 

Durante la emergencia en salud pública a causa del COVID-19, un fenómeno ya conocido ha tomado fuerza: la desinformación. En línea con la definición ofrecida por la UNESCO, la desinformación hace referencia a contenidos falsos o incorrectos que tienen impacto potencialmente negativo.

En el contexto actual la desinformación trae consigo, por ejemplo, cuestionamientos sin fundamento teórico sobre avances en temas científicos, así como prácticas y conductas riesgosas que pueden afectar la salud mental, el bienestar y la vida. Hacer referencia a esto, implica hablar de información errónea. Se genera cuando las personas comparten contenidos falsos, ignorando que lo son. No se verifica la fuente, la veracidad de los hechos, los datos que se utilizan y tampoco la pertinencia del contenido.

Desinfodemia

En la emergencia generada por el coronavirus, tanto la desinformación como la información errónea han coexistido. Como resultado de esto, aparece un riesgo en línea llamado desinfodemia. De acuerdo con la UNESCO y la OMS, este riesgo se explica como un exceso de información, como una epidemia que dificulta encontrar fuentes verificables y confiables: ” […] Muchas veces la ‘desinfodemia’ oculta las falsedades entre informaciones veraces, y se disfraza en formatos conocidos […] El resultado es que la desinformación sobre el COVID-19 afecta todos los contenidos en general incluyendo el origen, la propagación e incidencia de la enfermedad; sus síntomas y tratamientos; y las respuestas de los gobiernos y demás actores […]” Unesco (2020). Desinfodemia. Descifrando la información sobre el COVID-19. Policy brief 1.

Pero, ¿es posible combatirla? Sí, y para lograrlo se pueden considerar algunos aspectos como:

Acceso a la información

Es un derecho digital, también consagrado como humano. Todas las personas, sin distinción alguna, tienen derecho a acceder, recibir y compartir información verídica y de calidad. Exigir este derecho implica concebirse y actuar como un ciudadano digital, con derechos y responsabilidades.

Alfabetización mediática e informacional

Se deben desarrollar procesos educativos que permitan comprender el impacto de la comunicación y las tecnologías digitales en la vida diaria. Fortalecer competencias digitales para analizar los contenidos de forma crítica, usar y apropiar la información para transformarla en nuevo conocimiento.

Habilidades del siglo XXI

Desde las aulas, docentes y estudiantes están llamados a fortalecer habilidades del siglo XXI. La comunicación, colaboración, creatividad y pensamiento crítico son necesarias para responder a las demandas de la Sociedad de la Información y el Conocimiento. Contar con estas habilidades permite no solo vivir y trabajar, también relacionarse de forma responsable, segura y ética con las tecnologías y los contenidos que circulan en Internet.

Ciudadanía digital

Con el desarrollo de competencias digitales y habilidades del siglo XXI, es posible ejercer plenamente la ciudadanía digital. Indispensable para aprovechar los beneficios que ofrece la tecnología, conocer los riesgos, evaluar los contenidos y crear espacios digitales protectores.

Para avanzar sobre estos aspectos, los gobiernos y la ciudadanía deben empoderarse y hacer de la información precisa, confiable y veraz la base del conocimiento. La UNESCO ha creado propuestas y herramientas prácticas para detener la infodemia a nivel global. (aika)