Vínculos, hábitos y cuidados: ¿cómo nos transformó la cuarentena y qué impacto tiene hasta hoy?
Hace un año el mundo que conocíamos se ponía en pausa. Cómo repercutió en nuestras emociones y qué consecuencias tiene el aislamiento hasta hoy.
Hace un año nuestras rutinas, hábitos y costumbres se ponían en pausa ante la aparición de un virus desconocido. El presidente Alberto Fernández declaraba el inicio de un confinamiento para evitar que el coronavirus se propague. Lo que parecía cosa de algunos días, pasó a extenderse por semanas y luego por meses. Así, el encierro reconfiguró vínculos, impactó en las emociones y amplió nuestro espectro de cuidados.
Psicólogas consultadas por Agencia DIB analizaron cómo nos transformó la cuarentena y cómo repercutió a nivel social, familiar y afectivo tanto en grandes como en chicos, así como también cuáles son las secuelas y marcas que ese tiempo nos dejó.
“Aunque esta pandemia no tiene precedentes, si la comparamos con catástrofes o situaciones inesperadas o disruptivas, en salud mental hay consenso respecto a que las consecuencias se ven a largo plazo”, sostuvo Julieta Calmels, subsecretaria de Salud Mental, consumos problemáticos y violencia de género del Ministerio de Salud bonaerense. “Hay un proceso abierto y no es posible cerrar un balance”, consideró entonces en diálogo con dib.
Sin embargo, sostuvo que sí es posible señalar que “nunca se hizo tan evidente la importancia del otro” como con el aislamiento y que eso tuvo fuerte impacto porque “el lazo al otro es constitutivo del psiquismo y el ser humano no sobrevive sin vincularse”.
“Por un lado, atravesamos el sufrimiento que nos produjo alejarnos de muchas personas que queremos; pero también vivimos el efecto complicado de solo vincularnos con nuestro núcleo primario, lo que provocó una saturación de esas relaciones y las volvió más complejas”, explicó Calmels.
“Los vínculos funcionan como sistemas que se van equilibrando, cada familia, cada pareja, cada grupo de amigos tienen una dinámica. Y con el encierro eso tuvo que modificarse obligadamente”, describió por su parte Gabriela Rougier, psicóloga y especialista en terapia de parejas. “Con la pérdida de ese equilibrio, que es delicado y que uno va armando con el correr del tiempo, hubo personas que pudieron encontrarle la vuelta y otras que colapsaron”, señaló a dib.
En esa línea, Calmels consideró que las marcas de todo eso pueden verse hasta hoy y que “la revinculación aún es un desafío, no solo para los más chicos”. “La pandemia hizo que relacionarse constituya un peligro, y ahora es todo un trabajo volver a hacer la vida con el otro. Además, no siempre se vuelve al mismo lugar, no siempre se vuelve a una relación a donde se la dejó”, analizó.
Para Analía Forti, licenciada en Ciencias de la familia y consultora psicológica, “aún hoy se observan consecuencias de ese tiempo en los estados emocionales de la población; en los divorcios, con la irritabilidad, ante la incertidumbre y en los pensamientos de anticipación catastrófica que muchos expresan ante la cercanía del otoño y la escena temida de una segunda ola de contagios que pueda implicar un nuevo confinamiento”.
“Los espacios reducidos, los conflictos propios de toda relación viva, los roces de la convivencia diaria, la necesidad de hacer acuerdos, la exigencia de la conectividad para bastecer a todos y la imposibilidad de tener momentos de privacidad y contacto con pares, amigos y familiares fueron generando un desgaste en las relaciones de pareja y entre padres e hijos”, señaló la licenciada Forti.
En ese sentido, Rougier afirmó que nunca antes tuvo tantas consultas como en la cuarentena en su terapia de parejas. Y evaluó: “Nunca se vieron tantos problemas vinculados con la ansiedad y la depresión”. Asimismo, sostuvo que eso tiene que ver en gran parte “con la incertidumbre del contexto que se vive aún hoy, y el hecho de sentir cierta pérdida del control: no podemos planificar y no solo unas vacaciones, no sabemos por cuánto tiempo más van a poder ir los chicos al colegio, por ejemplo”.
No obstante, las especialistas también destacaron algunas transformaciones positivas. “Durante la cuarentena nos encontramos con aspectos nuestros absolutamente desconocidos, para bien o para mal; con nuestra capacidad para conectar con el otro a pesar de la distancia, aprendimos a valorar más los vínculos, a cuidar a nuestros viejos y apreciamos el hecho de tenerlos como nunca antes”, consideró Gabriela Rougier.
“Al nivel de las familias hubo una vuelta a la valorización del lazo afectivo”, coincidió Calmels. “Pensemos que ese lazo –que lo entendemos como natural e inamovible porque vino con la vida– nunca antes se interrumpió de esa forma, fue algo sin precedentes”, analizó.
Asimismo, las psicólogas describieron como positivas las transformaciones en torno a la política de cuidados. “Se incorporaron pautas de autocuidado y de cuidado del otro que van a quedar. Y más allá de los cuestionamientos hacia la estrategia sanitaria en los medios de comunicación, hubo quienes plantearon a la cuarentena como una movilización social porque implicó un sostenimiento activo por parte de la población”, sostuvo Calmels.
No obstante, Forti señaló que “si hubiera un incremento de los casos no veo viable la posibilidad de un acatamiento social a restricciones similares a las del 2020”.
¿Qué pasó entre los más chicos?
La psicóloga infantil, Laura Lezaeta, también observó como positiva la incorporación de las pautas de cuidado entre los chicos como “hábitos naturales”. No obstante, consideró que los meses de cuarentena provocaron un fuerte impacto emocional en la población infantil: “La frustración por no poder salir, ni ver a los amigos o a los seres queridos se expresó en muchos casos con mayor enojo e irritabilidad”, describió.
Además, advirtió sobre el miedo en los más chicos provocado por la confusión respecto a lo que estaba ocurriendo. “Si no se les explica de manera clara y sencilla podemos confundirlos. Hubo chicos que pensaron que el virus estaba en la calle y que si salían se contagiarían ellos y sus padres. Eso provoca ansiedad y puede verse hasta hoy incluso, en el temor de algunos al retorno a las clases presenciales”.
Lezaeta señaló que la mejor manera de abordar esas emociones es “acompañándolos sin juzgarlos” y “en caso de que ese miedo limite la autonomía y lo afecte en diferentes áreas de su vida es indispensable buscar un especialista”.
La psicóloga infantil, fundadora de Juegología, señaló que en las familias en las que se brindaron apoyo emocional se vio cómo el aislamiento permitió afianzar vínculos y, sobre todo, el desarrollo de habilidades en los niños para tolerar la frustración o el aprendizaje para expresar esos sentimientos de forma más sana.
El rol del Estado y líneas de ayuda
Para Calmels, “el rol que toman los Estados en situaciones como la pandemia no es secundario en la salud mental de las personas”. “Nuestro país no vivió situaciones de desamparo como sí se vieron en otras partes del mundo: nadie murió en el pasillo de un hospital sin respirador ni en su casa sin acceso a la atención”, indicó.
En ese sentido, subrayó que durante la cuarentena la subsecretaría de Salud Mental bonaerense se puso a disposición una línea 0800 que recibió más de 9000 llamados ante diferentes situaciones: por urgencias, para pedir asesoramiento, por familiares que no veían bien a sus seres queridos, entre otros casos.
Esa línea (0800-222-5462) aún continúa vigente, así como también una dispuesta específicamente para adultos mayores con el fin de generar acompañamientos. “Los equipos de salud mental nos sumamos también a los planes Detectar en recorridas comunitarias”, señaló la funcionaria. Y las consultas también se atienden a través de los CeTeC-U, los centros de telellamadas que la Provincia articula con la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). (DIB) MCH