La Provincia visitó a más de 3.500.000 de personas en abordajes territoriales para identificar casos de coronavirus

 

La búsqueda activa permitió contener brotes en barrios vulnerables como Villa Azul. Se convirtió en una estrategia indispensable para dar respuesta a la crisis desde el Estado y evitar el colapso hospitalario.

Desde mayo hasta hoy, los equipos que forman parte de los abordajes territoriales llegaron a 3.500.000 personas visitándolas casa por casa y teniendo un encuentro sanitario en un trabajo territorial inédito, que ya recorrió 81 distritos y continúa expandiéndose por el territorio bonaerense siempre en articulación con cada uno de los municipios y las organizaciones sociales.

El abordaje territorial fue pensado para que el Estado llegue, sobre todo, a la gente que más le cuesta acceder al sistema de salud en momentos en que los contagios comenzaban a crecer y el riesgo de brotes en barrios populares amenazaba con colapsar el sistema de salud.

“A fines de abril cuando comenzó a hablarse de transmisión comunitaria, nos llegó un modelo de que se había empleado con éxito en otros países y que proponía salir a la caza del virus: hacer una búsqueda casa por casa de personas con síntomas en lugar de quedarnos en los hospitales esperando a la gente enferma”, cuenta la directora provincial de Salud Comunitaria del ministerio de Salud bonaerense, Noelia López.

Para eso en la Provincia fue clave armar y capacitar, en tiempo récord, equipos interdisciplinarios formados por médicos/as, enfermeras/os, promotores/as de salud, trabajadores/as sociales, técnicos, epidemiólogos y terapistas ocupacionales. “Empezamos con 40 personas de Provincia y hoy somos 180, esto nos permitió pasar de cinco a 15 operativos diarios en simultáneo”. Esta semana, por ejemplo, trabajaron en barrios de los partidos de Tres Arroyos, San Martín, San Nicolás, Avellaneda, Almirante Brown, Florencio Varela, Berazategui, Quilmes, Merlo, Hurlingham, General Rodríguez, Lobería, Balcarce, Necochea, Azul, La Plata, Isla Martín García y La Matanza, entre varios otros.

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Hoy, explica López, las intervenciones en territorio se convirtieron en mucho más que una búsqueda activa de personas con COVID-19: “Es una política integral de atención primaria de la salud, no sólo buscamos casos, hisopamos y orientamos a quienes tienen el virus, también escuchamos lo que hace falta en cada lugar, llevamos la vacunación del Calendario Nacional, medicamentos esenciales a través del Plan REMEDIAR y trabajamos con el ministerio de Desarrollo de la Comunidad en muchas otras acciones sanitarias y comunitarias”. Para la funcionaria es clave la  sincronía y articulación con el gobierno nacional y con cada municipio, pero también la participación en los operativos de las organizaciones sociales y de los y las referentes de cada barrio “que al conocer desde adentro cada realidad nos abrieron puertas y son quienes marcan el rumbo de los equipos de salud comunitaria en cada abordaje”.

Desde el comienzo de los operativos, a su vez, la dirección de Epidemiología del ministerio de Salud de la Provincia marcó las prioridades a la hora de determinar adónde ir primero: “Son quienes nos muestran lo que se llama ‘el mapa de calor’, es decir, las zonas más comprometidas en términos de contagios. A partir de esa información nosotros/as articulamos el trabajo con los municipios en los que vemos más riesgo”, explica López.

De las 3.500.000 personas visitadas, 1.265.677 fueron abordadas íntegramente por los equipos provinciales, llegando a 360 barrios donde lograron diagnosticar 22.564 en 363.376 mil casas.


La experiencia en Villa Azul

Más de 5 mil habitantes tiene Villa Azul, uno de los asentamientos más poblados del sur del Conurbano que se despliega sobre dos partidos: Quilmes y Avellaneda. Allí no hay asfalto, ni servicios y gran parte de sus habitantes viven hacinados. Sólo una calle lo separa de otro populoso barrio más urbanizado: Villa Itatí. Hacia fines de mayo, alertados por casi 200 casos positivos de coronavirus, la zona era un polvorín: estaban dadas todas las condiciones para que el virus se expandiera de casa en casa e hiciera estragos.

Se armó, entonces, un Comité Operativo de Emergencia (COE) y los equipos territoriales se instalaron en Villa Azul. “La estrategia de cierre del barrio, que al principio fue muy resistida, consistió en el aislamiento comunitario para contener el virus. La idea era que la gente salga lo menos posible y, para lograrlo, necesitábamos de todos: la comunidad, el municipio, Salud, Desarrollo y Seguridad”.

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Semejante decisión requirió una presencia muy activa del Estado, que debió garantizar la detección temprana de casos, la atención médica y el aislamiento de los contactos pero también la asistencia alimentaria y la provisión de los indispensables elementos de higiene: “Fueron jornadas arduas para evitar que se produjera un brote incontrolable. Y la verdad que valió la pena, lo logramos”,  recuerda ahora Noelia López, aliviada.


Contener y acompañar

Vestida con su equipo de protección personal que incluye antiparras, overall y barbijo, Mayti Sánchez coordina uno de los equipos territoriales del ministerio de Salud bonaerense en la Región Sanitaria V, pleno Conurbano. Ya ni se acuerda en cuántos barrios trabajó durante la pandemia pero seguro son miles las cuadras caminadas en San Martín, Pilar, Escobar y Exaltación de la Cruz.

“Vamos casa por casa y cuando una persona tiene síntomas la acompañamos a la base operativa, donde se instala el camión de Nación y se hace el hisopado”, explica Mayti. ¿Qué pasa en la sala de hisopados? “Les compañeres vestides con mucha ropa de protección relatan que miran rostros compungidos y asustados por la incertidumbre del resultado y por las consecuencias en lo laboral”, cuenta una promotora.

Allí, los agentes de salud saben que su rol también es escuchar y contener a cada vecino, a cada vecina, desde la palabra, ajustando el tono de voz y la paciencia.

Luego del hisopado, las personas bajan del camión y se conversa con el equipo los pasos a seguir y la posibilidad o no de aislamiento en sus domicilios. “Muches vecines agradecen, pero también expresan su angustia, cuentan problemas de violencia de género, de salud mental, enojos. Y nosotres, los que integramos los equipos de salud, mantenemos la distancia pero, a la vez, abrazamos con la mirada y contenemos con las palabras”.