Ejercer la responsabilidad social

 

En el momento de mayor pico de infectados por COVID-19 en el país, se agudiza la presión de dueños de bares, gimnasios y otros establecimientos comerciales, insistiendo en abrir sus puertas, mientras se instala un clima de relajo por parte de una considerable porción de la sociedad, en singular sintonía, con un cuasi lisérgico espíritu de rebeldía cáustica que incluye quemas de barbijos en manos de entusiastas porteños sostenidos en la peculiar convicción de que con eso materializan una suerte de acto de libertad, mientras los hospitales se colapsan y los respiradores comienzan a no alcanzar, en un angustiante cuadro de alarma del sistema sanitario.

En relación a esto el Ministro de Salud de la Nación, Ginés Gonzalez Garcia,  nos advierte que “si la gente no adopta una conducta distinta, esto va a tener un mal final. Estamos ocupados y preocupados, hay una variable que no podemos controlar, que es la circulación del virus y de la gente. En medida que la circulación siga siendo sostenida y en algunos casos aumentada, naturalmente no hay con qué contrarrestar eso».

En un escenario de país donde existen tres grupos de ciudadanos bien diferenciados, por un lado venía a los que piden la baja de la cuarentena para avanzar en su indómito camino hacia la libertad de beber cerveza en bares y runnear sin pausa hacia el infinito; mientras que en  sector oímos a los que imploran por más control para penalizar a aquellos que no cumplen con la cuarentena; y en un espacio menos bullicioso ubicamos,  y claramente son la mayoría, a los que hacen uso de su responsabilidad social, entendiendo que el Estado ya no puede aportar mucho más en este contexto de emergencia sanitaria, donde es necesario recordar que ya se construyeron 12 hospitales y decenas de centros de salud para dar respuesta al impacto del virus, esto sumado a ayudas sociales como el IFE y la ampliación del sistema alimentario escolar, donde miles de familias acuden cada mes a recibir la ayuda del Estado.

«Tenemos que volver a ese pacto social que hubo al principio, un pacto de compromiso, de cumplimiento, de hacer las cosas correctamente. Mucha gente lo sigue haciendo, pero hay un grupo exacerbado que no lo hace», sostuvo Gines, abogando por que la empatía y la consideración del otro sean parte del sentido común en un contexto donde el Estado hizo aportes más que sustanciales para dotar de mayor volumen al sistema de salud pública, sumando controles en los barrios y expandiendo ayuda a los más golpeados por esta crisis, ya sea mediante créditos a baja tasa para pymes, o en los barrios con tareas tareas de desinfección en paralelo a la implementación del programa Detectar.

Pensar al Estado en términos de lo absoluto nos ubicaría en un error como sociedad, sobre todo si logramos entender que  como ciudadanos estamos ante la gran responsabilidad de sumar con el sustancial aporte de la responsabilidad individual, esa dosis de conducta y consideración hacia el conjunto de la comunidad que nos convierte en protagonistas, jugando un rol social muy importante para cualquier instancia histórica, pero que en tiempos como lo actuales, resulta indispensable hacer uso de su ejercicio, responsabilidad social.