El Cambio que no fue
En medio de corridas del dólar, múltiples paros y movilizaciones, y nulas negociaciones con el gobierno nacional, y provincial; la economía no tiene freno, la inflación no descansa, y el gobierno hace agua mientras se le hunde el barco. La incertidumbre crece al tiempo que la desconfianza del sector financiero presiona el mercado y pone en la voz de alerta en los organismos internacionales de crédito, que se alejan de la Argentina porque temen un complejo final.
Aun así, el gobierno sigue pensando que la necesidad de bajar el gasto público, de parar la inflación con recesión y de hacer ojos ciegos a la creciente desocupación que puso freno de mano finalmente a la economía y rompió la balanza de pagos de las pequeñas y medianas empresas; es la clave para terminar con los vaivenes de la economía.
Sin embargo, el déficit fiscal, habla también de un Estado que lejos de estar a la altura de las necesidades de la gente, no puede hacer frente a la educación, a la salud, a la infraestructura de las instituciones públicas, a la niñez, y a las necesidades sociales, que se achica cada vez más perdiendo funciones y que pone en peligro las garantías constitucionales de los servicios públicos. Lejos y atrás quedamos del “Estado benefactor”, que tiempos atrás supimos ver.
Lo cierto es que, pese a los pensamientos economicistas del Gobierno Nacional asistimos ante la lucha de entre un “Estado Rentable”, como el que propone incluso el propio presidente Macri como si se pudiera controlar cual balanza de pagos, contra un “Estado garante de derechos”, que intente una redistribución de la riqueza más justa y solidaria.
La desocupación, la pobreza creciente, el aumento de precios, las tarifas de los transportes y de los servicios públicos en alza; proponen un sistema donde la exclusión permanente de un gran estrato de la sociedad cada vez más nutrido, comienza a enardecer y generar un malestar social, que se ve en las calles.
La pregunta es ¿Cuánto tiempo se resistirá?. Pareciera que los sindicatos, influidos por el ánimo de la gente están reaccionando de a poco, pero lo que no queda claro es si será suficiente la presión social para cambiar el rumbo económico, o si el gobierno seguirá pensando en el Cambio que no fue.