Jornada por Memoria, Verdad y Justicia en el Pozo de Banfield

A 42 años del último golpe cívico-militar, la Mesa de Trabajo del Pozo de Banfield realizó varias actividades para concientizar sobre la importancia de que el “Nunca Más” se cumpla de forma efectiva.

Al igual que todos los años, los integrantes de la Mesa de Trabajo del Pozo de Banfield llevaron adelante una jornada por la Memoria en las puertas del ex centro clandestino de detención para reforzar el pedido de Memoria, Verdad y Justicia, y que el lema del “Nunca Más” se cumpla para siempre.

En sintonía con el pedido de la referente de Abuelas de Mayo Hebe de Bonafini, los más jóvenes pintaron pañuelos y siluetas alrededor del Espacio para la Memoria, y luego se dirigieron a la plaza 17 de Agosto, donde pintaron más pañuelos.

También realizaron actividades artísticas, llevando a cabo representaciones teatrales, cantaron artistas locales y se realizó una intervención a cargo del colectivo “En marcha”, en la que se recordaron a los desaparecidos de la Región y de todo el país.

“Militamos la Memoria y la Justicia porque pensamos que todos los pueblos deben tener memoria de lo sucedido. Conocer la historia y la memoria hace que no volvamos a repetir los mismos errores. Por eso es que militamos en el barrio”, destacó Olga “Lala” Boris, referente de la Mesa de Trabajo.

La historia

El Pozo fue uno de los centros de detenciones más importantes de la provincia de Buenos Aires, pertenecía a la Brigada de Investigaciones de Banfield y dependió del Regimiento de Infantería Mecanizada N°3, enmarcado en el denominado Circuito Camps.

El predio también era conocido como “La Maternidad de la dictadura” porque un gran número de mujeres embarazadas detenidas fueron trasladadas y dieron a luz en ese lugar.

El lugar estaba regenteado por el médico policial Jorge Antonio Bergés, quien, en su condición de médico policial dependiente de la Dirección General de Investigaciones, se encargaba de verificar el estado de las embarazadas, así como brindar asistencia a los detenidos que eran gravemente golpeados durante las sesiones de tortura. Cuando llegaba el momento del parto, las mujeres daban a luz en una camilla ubicada en una sala del primer piso del edificio que funcionaba como enfermería, esposadas a la camilla. Una vez nacido el bebé, era arrancado de los brazos de la mamá, quien era regresada a su celda. (Ig)