Cuándo es una costumbre empieza a ser problema
Hacer sonidos con las articulaciones puede ser una cosa de hábito o empezar a ser patológico cuando el crujido acompaña a un movimiento normal.
Se trata de un movimiento compulsivo, irracional y ruidoso, el de hacerse sonar los dedos. Una mano, luego la otra, distintas articulaciones del mismo dedo, y hasta los dedos de los pies, muñecas, codos y rodillas pueden producir ese sonido tan placentero para unos como molesto para otros. Mucho se ha dicho al respecto, pero no hay evidencias de que cause artritis ni deformaciones físicas, tampoco rigidez ni pérdida de movilidad o fuerza.
“Las articulaciones son el lugar de contacto entre los huesos, donde estos extremos son cartilaginosos. Están cubiertas por un lubricante (líquido sinovial), y el mecanismo de hacer sonar un dedo provoca una separación de la articulación, un estiramiento de la cápsula articular aumentando el volumen y disminuyendo su presión. Los gases sueltos en el líquido sinovial forman burbujas, con cavidades, que al juntarse explotan, dando ese ruido característico en los nudillos”, explica Oscar Salomón, médico traumatólogo especialista en miembros superiores.
“A medida de que las superficies articulares se separan, no hay más fluido disponible para llenar el volumen, por lo que se crea una cavidad, y ese evento es lo que está asociado con el sonido”, describe Salomón, quien cita a Greg Kawchuk, un experto en medicina de rehabilitación de la Universidad de Alberta en Canadá.
Esto quiere decir que el ruido no es por el roce de huesos ni fricción de articulaciones. “Lo que causa el crujido en las manos es la creación de cavidades de gas en el líquido sinovial que hay entre los huesos”, insiste Salomón. Una vez que los nudillos crujen, no se puede repetir hasta que pasen unos 15 minutos.
Salomón refiere que, en teoría, la realización constante de estos movimientos debería deteriorar la región cartilaginosa de una articulación. Sin embargo, Donald Unger, IG Nobel 2009 (premios alternativos a trabajos científicos poco convencionales) durante 60 años solo se sonó los dedos de la mano derecha, y constató por medio de radiografías que no existía diferencias en el estado de ambas manos.
Unger comprobó de esta manera que sonarse los dedos no produce artritis, y que la posibilidad de padecer esta enfermedad no es mayor para quienes lo hacen. Sin embargo, aquellas personas que ya sufren de artritis, tienen una tendencia a hacerlo, porque sienten alivio de esa manera y sus cartílagos ya están en mal estado. Por lo tanto, no sería una causa de daño, sino una consecuencia de ella. Los factores de riesgo de la artritis, en cambio, son la edad, historia de la condición en la familia y accidentes previos o una vida entera de usar las manos en labores pesadas.
Se recomienda, entonces, prestar atención al crujido patológico, que es aquél que se produce con el normal movimiento de manos o dedos y que va acompañado de dolor, lo que podría indicar una artrosis o una artritis