Quién es la científica argentina que confirmó la teoría gravitacional de Einstein
Gabriela González integra el equipo del observatorio Ligo (Laser Interferometer Gravitational-wave Observatory), que encabezó la detección de las ondas, anticipadas por el físico alemán hace 100 años.
Equipos internacionales de investigadores anunciaron el jueves la primera detección directa de ondas gravitacionales, un avance mayúsculo para la física que abre una nueva ventana al universo y sus misterios.
La argentina Gabriela González, doctora y egresada en la Universidad de Córdoba, integró los equipos de investigación y dedicó toda su vida al estudio de este fenómeno que traslada a los científicos rumbo a una etapa clave para la cosmología.
González es miembro de prestigiosas organizaciones como American Physical Society, American Association for the Advancement of Science, International Society for General Relativity and Gravitation, entre otras.
Realizó su doctorado en la Universidad de Syracuse, trabajó en el MIT de Boston, y está casada con el físico Jorge Pullin. En este punto, cabe destacar que para desarrollar sus estudios y embarcarse completamente en el proyecto, la mujer tuvo que vivir durante seis años en una ciudad, y su esposo en otra. Ambos estaban separados por diez horas de viaje, según una entrevista publicada en Physics World.
«Ahora podemos escuchar al universo», dijo la científica durante la conferencia.
«Esta detección es el comienzo de una nueva era. La era de la astronomía de las ondas gravitacionales ya es una realidad», indicó González, que se desempeña como profesora en el departamento de física y astronomía de Louisiana State University. Fue una de las fundadoras del equipo que arribó al descubrimiento.
«Cuando ella decidió seguir Física, yo pensé ‘pobre hija, va a ser profesora de secundario’. Yo pensé que iba a elegir la química, porque era brillante en esa materia. Por supuesto que ella hizo lo que quiso y me alegro mucho que así haya sido», narró, emocionada, su madre Dora Trembisky.
El anuncio
«Este paso adelante marca el nacimiento de un dominio enteramente nuevo de la astrofísica, comparable al momento en que Galileo apuntó por primera vez su telescopio hacia el cielo» en el siglo XVII, dijo France Cordova, directora de la Fundación Nacional Estadounidense de Ciencias (National Science Foundation), que financia el laboratorio Ligo.
El descubrimiento, que corona esfuerzos de décadas, confirma una predicción efectuada por Albert Einstein en su teoría general de la relatividad de 1915.
Estas ondas gravitacionales fueron detectadas en los Estados Unidos el pasado 14 de septiembre por los instrumentos del observatorio Ligo (Laser Interferometer Gravitational-wave Observatory), que miden cada uno cuatro kilómetros.
Este descubrimiento fue realizado en colaboración con equipos científicos europeos, especialmente los investigadores del Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS) francés, del equipo Virgo.
«Esta nueva mirada sobre la inmensidad celeste permitirá profundizar nuestra comprensión del cosmos y conducir a descubrimientos inesperados», dijo Cordova.
Las ondas gravitacionales son producidas por perturbaciones en la trama del espacio-tiempo por los efectos del desplazamiento de un objeto de enorme masa. Estas perturbaciones se desplazan a la velocidad de la luz en la forma de ondas y nada las detiene.
Este fenómeno, adelantado por Einstein hace un siglo, suele ser representado como la deformación que ocurre cuando un peso reposa sobre una red. En este caso, la red representa el entramado espacio-tiempo.
El físico Benoît Mours, del CNRS, consideró que el descubrimiento era «histórico» porque permite «verificar de forma directa una de las predicciones de la teoría general de la relatividad».
LIGO son las siglas de un experimento internacional que desde 2004 buscaba detectar de manera directa estas ondas, de las que ya se tenían indicios indirectos sobre su existencia y con las que se puede estudiar el origen del Universo.
Las ondas gravitacionales son unas ondulaciones producidas en el continuo espacio-tiempo por acontecimientos muy violentos como la explosión de una supernova o la fusión de dos agujeros negros, que se propagan por todo el espacio.
La teoría sostiene que estas ondas abundan y transportan información sobre los fenómenos que las originaron, probablemente, del propio Big Bang que dio lugar al Cosmos.
Éste es uno de los descubrimientos científicos más grandes de nuestro tiempo, porque su encuentro llenaría un gran vacío en la comprensión del origen del Universo.
Qué son las ondas gravitacionales
Una onda gravitacional es una ondulación ínfima del espacio-tiempo que se propaga en el Universo a la velocidad de la luz. Estas ondas fueron presentadas conceptualmente hace 100 años por Albert Einstein, el célebre físico, como una consecuencia de su teoría de la relatividad general.
Einstein describe la gravedad como una deformación del espacio. Las masas, como el Sol por ejemplo, curvan el espacio. Un poco como cuando alguien se sube en una cama elástica.
Si las masas son pequeñas, la deformación es débil (una uva en una cama elástica no la altera). Si las masas son grandes, la deformación es importante (una persona sobre una cama, deforma la tela elástica).
Si las masas se desplazan y tienen una aceleración, esas deformaciones se desplazan y se propagan a través del espacio, formando ondas gravitacionales.
Para ilustrar esas oscilaciones se emplea a menudo la imagen de las ondas que se propagan en la superficie de un lago cuando se arroja una piedra. Cuanto más lejos, la onda se va debilitando.
Las ondas gravitacionales son las producidas por fenómenos astrofísicos violentos como la fusión de dos agujeros negros o la explosión de estrellas masivas.
Las otras son muy minúsculas como para que podamos observarlas. Pero nos rodean sin que seamos conscientes de ello y sin consecuencias para nosotros.
Por qué son importantes
Detectarlas confirmaría la teoría de la relatividad general de Einstein. Es un día histórico para recordar por los físicos. Y sus principales descubridores pueden aspirar a un premio Nobel.
Más concretamente, esto abriría el camino de una nueva astronomía, «la astronomía gravitacional».
Además de los diversos medios electromagnéticos que permiten observar el cosmos actualmente, los astrofísicos dispondrían de una nueva herramienta para observar los fenómenos violentos en el Universo. La detección de esas ondas gravitacionales permitiría ver lo que pasa «en el interior» durante la fusión de dos agujeros negros, por ejemplo.