Marte, cuestión de tiempo
Que el hombre pise Marte es solo cuestión de tiempo, aunque los obstáculos para hacer realidad ese sueño no tienen precedentes, según coincidieron en señalar esta semana en Washington los principales expertos en la materia.
“El destino del hombre es ir a otro planeta”, dijo el administrador general de la NASA Charles Bolden en la cumbre H2M (Humanos a Marte), que reunió esta semana en Washington a numerosos científicos, expertos y empresarios aeroespaciales.
El primer problema de esos ingenieros y científicos que trabajan para enviar al hombre a Marte es el desencadenante de varios otros: la duración del viaje.
La distancia entre la Tierra y Marte varía según el movimiento de los planetas alrededor del sol, de manera que la distancia puede llegar a ser de 102 millones de kilómetros y la más corta, de 59 millones.
Por razones evidentes las agencias espaciales preparan sus proyectos para fechas coincidentes con este fenómeno, pero aún así, según explica la profesora del Instituto Nacional Aeroespacial de Estados Unidos, Rebecca Jaramillo, un viaje de un ser humano a Marte conllevaría un mínimo de 2 a 3 años.
“Cuanto más largo sea el trayecto, aumenta la necesidad de incrementar la cantidad de suministros para el viaje y en consecuencia aumenta también el tamaño del cohete para poder albergar todo”, agregó Jaramillo en entrevista con Efe.
Entre las soluciones para un futuro viaje humano al espacio está la liderada por el astronauta costarricense Franklin Chang-Díaz, un sistema de propulsión de plasma de alta temperatura que tardaría en hacer un viaje de ida al planeta rojo en tan solo dos meses, mientras que en la actualidad lo más rápido serían más de seis.
“La radiación es seguramente el mayor de los problemas”, dijo Jaramillo, que participó esta semana en Washington en la cumbre H2M.
La duración del viaje también afecta a la cantidad de exposición a la radiación a la que los astronautas se tendrían que ver expuestos durante la travesía, y es que absorberían radiación tanto durante el trayecto como en su estancia en Marte.
“El agua, que absorbe la radiación, podría ser una solución. Pero también es muy pesada, y teniendo en cuenta que enviar una libra (medio kilo) al espacio cuesta 10.000 dólares, es algo en lo que aún tenemos que trabajar”, añadió la profesora.
El robot Curiosity, que se encuentra en Marte desde agosto pasado, ha realizado pruebas que demuestran que el nivel de radiación del planeta no es mortal, y aunque sí ha perdido la capa de protección atmosférica con la que aun cuenta la Tierra, ofrece unos mínimos de protección que permiten la estancia de humanos.
Paralelamente, los científicos continúan trabajando en otros factores, como el cultivo de plantas en el espacio, o el control nutricional y el ejercicio físico que los astronautas deben seguir para evitar la pérdida de masa muscular y densidad ósea que produce la falta de gravedad.
“En ese sentido hemos logrado ya grandes avances. Hay gente que ha vivido durante periodos largos de tiempo en la Estación Espacial Internacional y están obteniendo buenos resultados. Cada astronauta cuenta con un nutricionista personal que estudia la evolución de su cuerpo”, dijo científica.
Algunos prevén que el primer viaje humano a Marte podría realizarse en el 2018, mientras que otros, como Jaramillo y la propia NASA, son más cautos y calculan que podrá ser en el año 2030.
El multimillonario turista espacial Dennis Tito, que también participó en la H2M, aseguró que “no puede esperar tanto porque se pierde el entusiasmo en la espera”, por lo que ya ha puesto en marcha su proyecto con el que pretende mandar a una pareja al planeta rojo en 15 años.
Casi 80.000 personas se han propuesto ya como candidatos para viajar a Marte en 2023 y morir allí con la compañía privada holandesa Mars One, pero, según apunta Jaramillo, los planes de la NASA no albergan que se pueda poner en riesgo vidas humanas.
Buzz Aldrin, el astronauta que fue el segundo hombre en pisar la Luna, manifestó en el cierre de la cumbre su deseo de que EE.UU. “se asiente y colonice Marte” de manera permanente, una base que sostiene en su nuevo libro “Misión a Marte”.
El astronauta, de 83 años, pide valentía a los investigadores.
“Estamos en un punto de inflexión. Podemos elegir hacer lo que es fácil, lo que es seguro. O podemos optar por marcar la diferencia. La elección para mí está absolutamente clara. No hay otra opción que comprometerse con Marte”, dijo.
Y es que en palabras de Aldrin, “Marte está ahí para ser explorado”. La mayor de las incógnitas parece ser el cuándo.