Catupecu Machu hizo un vibrante show eléctrico en LaTrastienda
A poco más de un mes de haber presentado su espectáculo Madera Microchip, la banda liderada por Fernando Ruiz Díaz ofreció una contundente demostración de la actualidad de la banda.
La banda Catupecu Machu ofreció un vibrante show eléctrico en La Trastienda, el segundo de una serie que se inició el pasado miércoles 13 y culminará el próximo jueves 28.
A lo largo de poco más de dos horas, con un sonido impecable, el grupo liderado por Fernando Ruiz Díaz echó mano a un repertorio que invitaba al público a corear y participar activamente en cada canción, sin dar demasiado respiro entre tema y tema.
Se trató de una noche en donde quedó demostrado que Catupecu Machu cuenta con uno de los shows en vivo más excitantes de la escena local y que la banda encontró un perfecto punto de equilibrio sonoro entre la guitarra y voz de Ruiz Díaz, los teclados de Martín “Macabre” González, el bajo de Sebastián Cáceres y la batería de Agustín Rocino.
En tanto, Ruiz Díaz volvió a mostrarse como un gran frontman, capaz de ejecutar un encendido solo de guitarra, desgarrar la voz para transmitir profundas sensaciones, arengar a la multitud, conversar con el público como si fuera un amigo, contar vivencias caseras con su hija o quedarse en el escenario al finalizar el show homenajeando a David Bowie mientras en los parlantes sonaba “Heroes”.
Con una escenografía que presentaba en el fondo el logo azul de “El grito después” y una estructura que reproducía el de “Madera Microchip” como soporte del teclado, la banda fue haciendo su aparición de a poco.
Rocino abrió el fuego con un ritmo pesado al que se le sumó Macabre con sus sonidos desde el teclado y luego Cáceres con el bajo, hasta que finalmente Fernando se presentó en escena con una guitarra modelo Flying V para ejecutar una breve introducción.
Bajo un movimiento constante de luces azules y blancas, comenzó a sonar el riff de “El grito después”, el cual fue coreado por el público, para luego dar paso a “Óxido en el aire”.
Para esta canción, Macabre se hizo cargo del bajo y Cáceres de la guitarra, aunque esta no iba a ser la única vez en la que sus miembros cambiarían de instrumentos y, de hecho, hasta el propio Ruiz Díaz interpretó el bajo en algún pasaje.
Toda la primera parte del show, en donde también se sucedieron la festejada “Plan B”, creación del grupo Massacre; “Eso Espero”; “En los sueños”; “Perfectos Cromosomas”, y el cover de Lisandro Aristimuño “Es todo lo que tengo y es todo lo que hay” no tuvo cortes entre canción y canción, y ofreció un momento intenso, de a ratos oscuro y hasta de dientes apretados.
La distensión llegó cuando finalmente Ruiz Díaz saludó y, micrófono en mano, comenzó con una de sus largas disgresiones en donde divirtió, emocionó y recordó que había sido su cumpleaños, lo cual fue replicado con el tradicional canto por parte del público.
En un tono más relajado llegó el turno de “Para vestirte hoy”, otra canción de Aristimuño y, solo con su guitarra eléctrica distorsionada, el líder de la banda interpretó una emotiva versión de “Klimt…pintemos”. El momento intimista llegó al punto cúlmine con “Cuadro dentro de cuadros” entonada a capella.
“¡Qué duro fueron los últimos años!”, reflexionó el cantante cuando repaso la lista de muertos ilustres en el rock, entre los que destacó a Luis Alberto Spinetta (“Mi ídolo de la infancia, de ahora y de los próximos años”), Lou Reed y los recientemente fallecidos Lemmy Kilmister y David Bowie.
Esa introducción sirvió para presentar a Leandro Spatolla, bajista de Sick Porky, con quien interpretó una versión cuasi hardcore de Persiana Americana, que culminó con un Ruiz Díaz gritando “un beso Luis Alberto, Gustavo” (Cerati).
“Paul Stanley no puede cumplir años, es como Mickey”, dijo el vocalista al cerrar una larga anécdota sobre el músico de Kiss y su hija, para luego destacar que le gustaba mucho tocar en ese reducto, a modo de pedido de disculpas por sus largas charlas con el público.
“Acaba el fin”, “Origen extremo” y “Metrópolis nueva” mantuvieron al público en movimiento, listo para un gran final que incluyó los clásicos “A veces”, “Magia Veneno” y “Dale”, canción a la que definió como “la que tiene el pogo más lindo”.
En medio de este tema, Macabre copó el centro del escenario y, con la actitud corporal que la ocasión merecía, hizo una festejada versión de “Blitzkrieg Bop”, el himno ramonero por excelencia.
“Y lo que quiero es que pises sin el suelo” fue el cierre ideal para una adrenalítica noche, que sin embargo dejó como última imagen a un Ruiz Díaz solo en el escenario, con la cabeza apoyada sobre sus dos manos en el pie del micrófono, rindiendo un sentido tributo a Bowie, cuya voz salía de los parlantes anunciando que todos podemos ser héroes por un día.