¿Adiós a las baterías? Tres errores comunes que debés evitar para que tu celular dure más

La degradación prematura de la batería no suele ser una falla de fábrica, sino el resultado de costumbres diarias que estresan químicamente las celdas de iones de litio. Qué tenés que dejar de hacer.

En la actualidad, el celular se ha convertido en una extensión indispensable de nuestra vida cotidiana. Más allá de ser una herramienta de entretenimiento u ocio, cumple un rol estratégico en la actividad laboral de millones de personas. Sin embargo, a pesar de los saltos tecnológicos de la última década, la batería continúa siendo el «talón de Aquiles» de los dispositivos móviles. Lo que muchos usuarios desconocen es que la pérdida de autonomía no es siempre inevitable: en la mayoría de los casos, es la consecuencia directa de hábitos normalizados que resultan sumamente nocivos para la química interna del equipo.

El mito del 0% al 100%: el estrés de los extremos

Uno de los errores más extendidos es la creencia de que el teléfono debe descargarse por completo antes de volver a conectarlo, o que es indispensable que la carga alcance siempre el máximo nivel. Esta idea proviene de las antiguas baterías de níquel, que sufrían del «efecto memoria». No obstante, las baterías modernas de iones de litio funcionan bajo una lógica distinta.

Someter a la batería a ciclos completos (de 0 a 100) genera un estrés químico innecesario en las celdas. Los especialistas coinciden en que el rango óptimo de funcionamiento se sitúa entre el 20% y el 80%. Mantener la carga en estos niveles medios permite que los iones se desplacen con menor resistencia, prolongando significativamente la cantidad de ciclos de vida útil antes de que la degradación sea perceptible para el usuario.

El peligro silencioso de los accesorios genéricos

Por urgencia o por intentar ahorrar dinero, es frecuente recurrir a cables y transformadores que no son los originales del fabricante. Aunque externamente los conectores parezcan idénticos, la arquitectura interna difiere drásticamente. Un cargador oficial o certificado posee protocolos de seguridad específicos que regulan el flujo de electricidad y el voltaje exacto que el hardware requiere.

Los accesorios de baja calidad o «genéricos» suelen carecer de estos mecanismos de regulación. Esto se traduce en un suministro inestable de energía que no solo puede dañar los circuitos internos, sino que provoca un sobrecalentamiento excesivo del terminal. El calor es el enemigo principal de la electrónica; una batería que trabaja constantemente a temperaturas elevadas pierde su capacidad de retención de carga de forma irreversible.

El «doble calentamiento»: por qué no debés usarlo mientras carga

Existe una práctica casi universal y particularmente dañina: utilizar el smartphone para tareas exigentes, como videojuegos o reproducción de videos en alta definición, mientras está enchufado. Este hábito genera lo que en ingeniería se conoce como un efecto de «doble calentamiento».

Por un lado, la batería eleva su temperatura por el proceso químico natural de recibir energía; por otro, el procesador (CPU) y el chip gráfico (GPU) generan calor adicional al ejecutar aplicaciones pesadas. Este exceso térmico acumulado es fatal para la durabilidad del dispositivo y, en casos extremos, puede ralentizar el sistema operativo como medida de protección. Lo ideal es permitir que el celular complete su ciclo de carga de forma pasiva, preferiblemente en una superficie fresca y sin procesos de software trabajando a máxima potencia.

Hábitos para la longevidad digital

Mantener la carga en rangos medios, priorizar accesorios originales y evitar el uso intensivo durante la recarga son los tres pilares que marcan la diferencia entre un teléfono que llega con dificultad al final de la jornada y uno que mantiene su eficacia durante años. En un contexto donde los dispositivos son cada vez más costosos, el mantenimiento preventivo no es solo una cuestión técnica, sino una decisión económica inteligente.