Prevención de la violencia digital en adolescentes: guía estratégica de Amnistía Internacional
Ante el aumento de agresiones en entornos virtuales, la ONG lanzó una serie de recomendaciones para familias. El enfoque prioriza el acompañamiento y la responsabilidad de las plataformas por sobre la prohibición.
La violencia digital ha dejado de ser un fenómeno marginal para convertirse en una de las principales preocupaciones de salud pública y derechos humanos en la adolescencia. En respuesta a este escenario, Amnistía Internacional, en conjunto con el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) en Argentina, presentó una guía integral que busca dotar a las familias de herramientas para prevenir y abordar agresiones que, lejos de ser «virtuales», tienen consecuencias físicas y emocionales devastadoras.
El documento define la violencia digital como un espectro de agresiones que incluye el acoso sistemático, la difusión no consentida de material íntimo, discursos de odio y chantajes. Según Mariela Belski, directora ejecutiva de Amnistía Internacional Argentina, estas prácticas crecen en un contexto de políticas públicas fragmentarias, donde la protección suele recaer exclusivamente en el esfuerzo individual de cada hogar.
Las 10 claves para el acompañamiento familiar
La guía propone un cambio de paradigma: pasar del control punitivo al acompañamiento activo. La prevención no reside en la prohibición de las pantallas, sino en la construcción de un vínculo de confianza que permita a los adolescentes recurrir a los adultos ante una situación de riesgo.
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Conversación temprana: Hablar sobre el consentimiento y la privacidad antes de que surjan los problemas.
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Acuerdos compartidos: Establecer reglas de uso de dispositivos consensuadas, no impuestas.
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Acompañamiento inicial: Estar presentes en las primeras experiencias de navegación y creación de perfiles.
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Escucha sin juicio: Evitar los sermones para que el adolescente no tema al silencio ante una agresión.
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Educación en límites: Enseñar que lo que es delito o agresión en el mundo físico, también lo es en el digital.
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Detección de señales: Estar alerta a cambios de humor, aislamiento, abandono de actividades o baja en el rendimiento escolar.
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Documentación del abuso: Si ocurre una agresión, realizar capturas de pantalla y guardar enlaces sin borrar las pruebas.
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Protección de la privacidad: Configurar juntos las opciones de seguridad de las redes sociales.
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No revictimizar: Evitar culpar al adolescente por el uso de la tecnología tras un episodio de violencia.
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Conocer canales de denuncia: Tener identificadas las vías escolares, comunitarias y judiciales para pedir ayuda.
El rol crítico de las plataformas y el Estado
Amnistía Internacional es tajante: la seguridad de los menores no puede ser responsabilidad única de las familias. La guía subraya la necesidad urgente de regulaciones que obliguen a las grandes empresas tecnológicas a limitar la vigilancia comercial sobre menores y a ofrecer mecanismos de respuesta rápidos ante denuncias de acoso.
El diagnóstico de la organización señala un vacío en las políticas integrales de prevención. Mientras el acceso a internet es casi universal entre los jóvenes argentinos, la capacitación docente y los dispositivos de atención psicológica especializada siguen siendo insuficientes. En este sentido, la «libertad» en la red no debe eximir al Estado de su obligación de garantizar entornos seguros para las nuevas generaciones.
El impacto en la salud mental
La violencia digital de género y el ciberacoso tienen un correlato directo en la integridad de los jóvenes. Los casos extremos, que derivan en autolesiones o suicidios, demuestran que el impacto emocional es profundo. El material de UNFPA y Amnistía busca, precisamente, romper el aislamiento que imponen estas agresiones mediante el fortalecimiento de las redes de apoyo escolar y comunitario.
Transformar estas recomendaciones en políticas públicas sostenidas requiere dotar de recursos a las escuelas y fortalecer las líneas de denuncia. La prevención de la violencia digital es, en última instancia, una batalla por la ciudadanía plena de los adolescentes en un mundo donde lo analógico y lo virtual ya son una misma realidad.
