Científicos identifican falla estructural en proteína del colesterol bueno que eleva el riesgo cardíaco
Un equipo internacional con participación del CONICET descubrió que una mutación en la proteína APOA1 altera su autoasociación, impidiendo la limpieza de grasas en las arterias y causando aterosclerosis temprana.
Las enfermedades cardiovasculares, como la aterosclerosis, suelen asociarse a hábitos de vida como el tabaquismo o la obesidad. Sin embargo, existen causas silenciosas y congénitas que pueden desencadenar infartos en etapas tempranas de la vida. Un reciente estudio internacional, con una destacada participación de especialistas del CONICET en el Instituto de Investigaciones Bioquímicas de La Plata (INIBIOLP), ha logrado desentrañar un misterio científico que persistía desde 1982: por qué una variante específica de la proteína APOA1, componente principal del colesterol «bueno» (HDL), predispone al riesgo cardiovascular.
Un cambio de enfoque: de la función a la estructura
Durante décadas, la comunidad científica intentó comprender la patogenicidad de esta mutación analizando su funcionamiento biológico, con resultados contradictorios. La proteína APOA1 es responsable del transporte reverso del colesterol, un proceso vital donde el HDL recoge lípidos de las arterias para llevarlos al hígado. En pacientes con esta variante, este mecanismo falla, provocando obstrucciones arteriales incluso en personas jóvenes y sin factores de riesgo aparentes.
El equipo argentino, liderado por investigadores como Ivo Díaz Ludovico, Marina González y Alejandra Tricerri, decidió cambiar la estrategia. En lugar de observar qué hacía la proteína, se enfocaron en cómo estaba construida. Al no poder utilizar técnicas convencionales como la cristalografía de rayos X debido a las limitaciones de la molécula, desarrollaron metodologías innovadoras en colaboración con la Universidad de Cincinnati, Estados Unidos.
El hallazgo: la «semilla» del defecto arterial
Mediante técnicas de biofísica avanzada, como el entrecruzamiento químico y la espectrometría de masas, los investigadores detectaron que la estructura de esta variante es anómala desde su origen. El defecto principal reside en su capacidad de «autoasociación», es decir, en cómo la proteína interactúa consigo misma para formar las partículas de HDL.
Díaz Ludovico explica que, incluso cuando la proteína se encuentra sola (en estado monomérico), ya presenta aberraciones estructurales. Esta falla impide que el HDL adquiera su forma esférica necesaria para recolectar y transportar las grasas acumuladas. Al ser incapaz de generar estructuras funcionales, la proteína actúa como una «semilla» defectuosa que deja las arterias desprotegidas ante la acumulación de lípidos.
Hacia nuevas herramientas diagnósticas
Este descubrimiento, publicado en el Journal of Lipid Research, no solo aclara el origen de una patología específica, sino que abre la puerta a comprender otras mutaciones similares. Dado que las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte a nivel global, identificar estos rasgos congénitos es crucial.
«Conocer la explicación de una patología permite entender los motivos que subyacen al buen funcionamiento», señala el equipo del CONICET. Este avance tiene una relevancia traslacional directa, ya que podría derivar en el desarrollo de nuevas herramientas diagnósticas y terapéuticas para pacientes que, hasta hoy, veían deteriorada su salud cardiovascular sin una explicación clara en sus análisis de rutina.
En conclusión, el trabajo coordinado entre científicos argentinos y estadounidenses marca un hito en la bioquímica médica. Al identificar que el problema de la proteína APOA1 es de índole estructural, la ciencia da un paso fundamental para prevenir eventos cardíacos devastadores en poblaciones vulnerables por su carga genética.
