Perros estresados: señales, causas frecuentes y las recomendaciones clave de los veterinarios

El estrés en perros es un problema de salud física y emocional que requiere atención. Veterinarios detallan las señales de alerta, desde bostezos excesivos hasta temblores, y explican cómo ayudar a los canes con rutinas estables y juegos de olfato.

El estrés en perros es una condición que, al igual que en los humanos, puede afectar gravemente su calidad de vida y su salud. Los veterinarios y especialistas en comportamiento animal coinciden en que detectar a tiempo las señales de alarma es crucial para preservar el bienestar físico y emocional de las mascotas. La Asociación Mundial de Veterinarios de Pequeños Animales (WSAVA) advierte que si el estrés se vuelve crónico, puede deteriorar la conducta del animal y el vínculo con sus dueños. Es fundamental comprender las causas y aplicar las herramientas recomendadas por los expertos para ayudar a los perros estresados a recuperar la calma.

Cuáles son las señales de alerta de estrés canino

Los signos de estrés en perros pueden ser sutiles o, por el contrario, manifestarse en conductas destructivas o problemáticas. Los profesionales veterinarios identifican una serie de señales físicas y de comportamiento que funcionan como indicadores de que el can está padeciendo tensión o ansiedad:

  • Signos físicos comunes: Jadeo excesivo (sin haber realizado ejercicio), bostezos repetidos y temblores.

  • Lenguaje corporal defensivo: Rigidez corporal, orejas pegadas hacia atrás, cola baja o entre las patas y conductas evitativas (intentar esconderse o escapar).

  • Problemas de comportamiento: Ladridos o vocalizaciones constantes e inusuales, destrucción de muebles u objetos y micción dentro del hogar (cuando ya están entrenados).

  • Cambios en el apetito: Rechazo repentino a la comida o, por el contrario, un aumento excesivo en la ingesta.

Causas más frecuentes que generan tensión

El origen del estrés en perros suele ser ambiental o emocional. Los veterinarios señalan que la mayoría de los casos están directamente vinculados a la sensación de pérdida de control o inseguridad en el entorno del animal:

  1. Alteraciones del entorno: Las mudanzas, los viajes o la llegada de un nuevo integrante (humano o animal) a la familia rompen la previsibilidad y pueden generar ansiedad.

  2. Falta de estimulación o soledad: Las largas horas de soledad o la falta de paseos diarios y actividad física acorde a la raza y energía del perro son factores habituales de estrés crónico.

  3. Estímulos aversivos: Los ruidos intensos, como las tormentas, petardos o fuegos artificiales, son detonantes agudos de pánico y estrés.

Es importante destacar que el estrés también puede ser un síntoma secundario de una causa médica. Dolores crónicos, problemas endocrinos o enfermedades no diagnosticadas pueden manifestarse en el comportamiento del perro, lo que subraya la necesidad de una consulta veterinaria ante cualquier síntoma persistente.

Cómo diferenciar la ansiedad ocasional del problema crónico

Los especialistas aclaran que no todo episodio de temor o incomodidad es un trastorno. El estrés en perros ocasional surge y desaparece cuando el estímulo (por ejemplo, la visita al veterinario) cesa.

El problema requiere intervención profesional cuando:

  • Persistencia: Los síntomas de alerta se mantienen a lo largo del tiempo, más allá de la situación desencadenante.

  • Intensidad: Las conductas (destrucción, micción, agresión) se intensifican e interfieren con la vida diaria del animal y de la familia.

En estos casos, se recomienda enfáticamente consultar con un veterinario para descartar problemas de salud subyacentes, o con un etólogo canino (especialista en comportamiento) para iniciar un plan de modificación conductual.

Recomendaciones veterinarias para ayudar a un perro estresado

La clave para mitigar el estrés reside en proporcionar seguridad y previsibilidad. Los veterinarios sugieren implementar las siguientes estrategias:

  • Rutinas estables: Mantener horarios fijos para la alimentación, los paseos y el descanso ayuda al perro a sentirse seguro y a anticipar lo que ocurrirá.

  • Ejercicio y estimulación mental: Asegurar paseos diarios que permitan al perro explorar y gastar energía física. Además, es fundamental ofrecer estímulos mentales, como juguetes interactivos o juegos de olfato (snuffle mats), que promueven la concentración y la calma.

  • Creación de un refugio: Disponer de un espacio seguro (una cucha, una kennel o una habitación tranquila) dentro del hogar donde el perro pueda retirarse cuando se sienta abrumado o asustado.

  • Manejo de ruidos: En situaciones de ruidos intensos, se debe evitar forzar al perro a enfrentar el estímulo. Acompañarlo con calma, sin sobreprotegerlo ni regañarlo, es la mejor manera de evitar reforzar el miedo.

Cuando las modificaciones ambientales y conductuales no son suficientes, la ayuda profesional puede incluir el uso de feromonas de apaciguamiento, suplementos nutricionales específicos o, en casos graves, tratamientos farmacológicos, siempre bajo la estricta indicación de un médico veterinario.