Whirlpool cerró su planta de Pilar y deja a 220 trabajadores en la calle
La multinacional estadounidense Whirlpool anunció este miércoles el cese definitivo de su producción de lavarropas en Fátima, Pilar. La decisión, que afecta a 220 empleados, responde a la "fuerte desaceleración del consumo" y al aumento de las importaciones en el mercado.
En un duro golpe al empleo industrial de la provincia de Buenos Aires, la multinacional estadounidense Whirlpool comunicó este miércoles el cierre total de su planta de fabricación de lavarropas, ubicada en el parque industrial de Fátima, en Pilar. ¿Cuál es la consecuencia directa de esta reestructuración? Unos 220 trabajadores, incluyendo personal de producción, ingeniería y control de calidad, quedaron desvinculados de la empresa, a pocas semanas de las fiestas de fin de año. La firma justificó la medida alegando la búsqueda de un modelo de negocio «más ágil» ante la caída del consumo y la pérdida de competitividad frente al boom de las importaciones.
El final de un proyecto de USD 52 millones
La decisión de Whirlpool es especialmente significativa debido a la reciente historia de la planta de Pilar. Las instalaciones, destinadas a la fabricación de lavarropas de alta gama, habían sido inauguradas con bombos y platillos en octubre de 2020. En aquel momento, la inversión total ascendió a 52 millones de dólares.
El plan inicial de la compañía era ambicioso:
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Producción Proyectada: Fabricar unas 300.000 unidades por año.
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Foco Exportador: Exportar el 70% de la producción a mercados regionales.
Sin embargo, fuentes de la firma reconocieron que el proyecto nunca alcanzó su potencial: en la actualidad, la producción se había reducido a 150.000 unidades anuales, con una distribución dividida en partes iguales (50% al exterior y 50% al mercado interno).
La explicación de la empresa: consumo y competitividad
Desde Whirlpool se argumentó que el cierre obedece a razones estrictamente económicas y de estrategia comercial. «Buscábamos un modelo de negocio operativo y competitivo que sea eficiente y mucho más ágil de lo que realmente fue», indicaron fuentes de la firma, lamentando que ese objetivo no pudo lograrse.
Los dos principales factores señalados por la empresa son:
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Fuerte desaceleración del consumo: El contexto económico nacional, reflejado en la reciente caída de ventas en supermercados y mayoristas, impactó directamente en la demanda de bienes durables como los electrodomésticos.
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Aumento significativo de las importaciones: Este factor minó la competitividad de la producción local. El trabajador Ignacio Cabezas, uno de los desvinculados, ilustró la situación: un lavarropas Whirlpool de siete kilos se comercializaba entre $800.000 y $1.000.000, mientras que una marca importada de origen chino podía encontrarse a la mitad de ese precio.
La estrategia de la multinacional ahora es transicionar hacia una operación «más comercial que de fabricación», asegurando que su continuidad en Argentina «no está en revisión». Whirlpool continuará abasteciendo el mercado local con electrodomésticos y repuestos, pero bajo un esquema operativo que elimina la fabricación, pasando a depender exclusivamente de la importación para la comercialización.
Despidos sin aviso y el impacto en 220 familias
La noticia del cierre llegó a los 220 trabajadores sin ningún tipo de preaviso, generando incertidumbre y angustia. Ignacio Cabezas, uno de los empleados de la planta, confirmó la abrupta modalidad de la desvinculación.
En diálogo con FM Plaza, Cabezas relató la sorpresa del personal: «Nos acaban de desvincular a todos, incluido el personal de administración y recursos humanos, cierran completamente y nos trajeron un transporte para el que se quiera ir».
El trabajador subrayó que la empresa esgrimió la caída en las ventas y la pérdida de competitividad como únicas explicaciones al personal. La planta, que prometía ser un polo de exportación regional, se convierte así en un símbolo de la dificultad de sostener la producción industrial local en un contexto de apertura importadora y retracción del poder adquisitivo.
El sindicato metalúrgico (UOM) local se encuentra ahora en alerta máxima para asegurar que las indemnizaciones y los pagos a los 220 empleados despedidos se realicen conforme a la ley, aunque el foco principal de la preocupación es la pérdida repentina de la fuente de empleo en un momento sensible del calendario.
