Tasa de interés de tarjetas: La deuda de hogares al «rojo vivo» y la maquinaria financiera de la refinanciación
La financiación y refinanciación de estos saldos someten a los deudores a una "maquinaria infernal" de tasas que superan el 106% (TNA) y se elevan dramáticamente con intereses moratorios y punitorios que alcanzan hasta un 62,2% adicional.
La situación económica que atraviesa Argentina ha llevado la deuda de los hogares a niveles críticos. Para mayo de 2025, según datos del Instituto de Estadísticas y Tendencias Sociales y Económicas (Ietse), un alarmante 91% de los hogares en 23 provincias y la Ciudad de Buenos Aires reportaba tener algún tipo de deuda. Este fenómeno, impulsado por la necesidad de utilizar herramientas de crédito para cubrir la compra de alimentos y medicamentos ante ingresos insuficientes, ha colocado a millones de argentinos en la mira de un sistema financiero con tasas de interés que multiplican la carga inicial.
Más allá de la confirmación de que la deuda es creciente, el foco periodístico debe centrarse en la composición de los costos financieros que enfrentan los deudores. ¿Quiénes son los grandes beneficiarios de esta crisis de liquidez doméstica? La respuesta está en la arquitectura de las tasas de interés que se aplican sobre los saldos impagos y las refinanciaciones.
El costo de «pedir prestado»: Intereses compensatorios
Cuando un argentino recurre a una tarjeta de crédito o un préstamo personal, aun por la simple necesidad de subsistencia, acepta pagar un Interés Compensatorio. Este es el precio que se paga por el uso del dinero de la entidad financiera durante un período determinado.
Las cifras para este rubro son ya astronómicas y representan el primer gran costo para el consumidor:
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Préstamos Personales: Las tasas nominales anuales (TNA) ascienden a un tope de hasta el 104%.
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Financiación Común con Tarjeta de Crédito: Las tasas tope alcanzan hasta el 106,57% de TNA.
Este interés compensatorio se aplica sobre el saldo financiado y es el derecho básico que cobra el banco por «prestar» su dinero.
La escalada de la mora: Intereses moratorios
El verdadero problema comienza cuando, debido a la persistencia de bajos ingresos o la imposibilidad de afrontar el pago total, el deudor se atrasa. Aquí es donde entran en juego los Intereses Moratorios, que se cobran específicamente por no haber pagado en término.
Estos intereses adicionales se disparan a un promedio de 62,2% de la TNA.
Para dimensionar la carga, un deudor que compra con tarjeta y se ve forzado a pagar una financiación (106,57% TNA) y luego se atrasa, debe sumar un costo promedio adicional del 62,2% sobre su obligación.
La trampa de la refinanciación: Un nuevo ciclo de intereses
Cuando la situación de mora se vuelve insostenible, la única opción que parece quedar es la refinanciación. Sin embargo, esta solución es percibida como una nueva concesión de crédito por parte de la entidad financiera, lo que le otorga el derecho de volver a cobrar el Interés Compensatorio.
De esta manera, el deudor queda atrapado en un ciclo vicioso:
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Interés por Compra a Crédito (Compensatorio inicial).
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Interés por Atraso (Moratorio, corriendo día tras día).
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Nuevo Interés por Refinanciación (Compensatorio por el nuevo préstamo).
Para agravar la situación, muchas tarjetas aplican un cargo extra por cada período de 30 días impago conocido como Interés Punitorio, que en promedio también se ubica en el 62,2% de la TNA. Este interés punitorio se suma a los moratorios, aumentando exponencialmente la deuda original.
La pregunta fundamental: ¿Quién se beneficia del empobrecimiento?
El detalle de estas tasas de interés, que superan ampliamente el 100% en términos de financiación y que añaden un 62,2% extra por cada fase de incumplimiento, pone de relieve una dramática realidad: el sistema bancario y financiero formal se beneficia de manera desproporcionada de la emergencia económica de los hogares argentinos.
La evidencia sugiere que el aumento de la deuda en los últimos años no es un fenómeno anárquico ni una casualidad, sino la consecuencia directa de un modelo económico que empuja a la población a endeudarse para cubrir necesidades básicas. Este modelo garantiza, a su vez, una rentabilidad extraordinaria para las entidades que prestan ese dinero a tasas siderales.
La pregunta fundamental que resuena en la vida de millones de argentinos es si la satisfacción de las apetencias del sistema financiero tiene como consecuencia real y palpable que la inmensa mayoría de la población, que trabaja y produce, viva cada vez peor bajo el peso de una deuda que no solo no se reduce, sino que se auto-multiplica mediante intereses compuestos.
