Por qué el verano podría retrasarse en Argentina según expertos
El Servicio Meteorológico Nacional (SMN) prevé que el inicio del verano en Argentina se caracterice por temperaturas levemente superiores a lo normal en el trimestre de octubre a diciembre. Este fenómeno, impulsado por factores como el cambio climático y el Dipolo del Océano Índico, implica un calor gradual, no extremo, pero que amplía el riesgo de enfermedades transmitidas por mosquitos.
Pronóstico Trimestral: un calor superior a la media
El verano en Argentina no se proyecta con un ingreso abrupto y extremo, sino con una fase de temperaturas sostenidas y ligeramente elevadas, lo que sugiere un retraso o atenuación de las olas de calor típicas. Según el pronóstico trimestral del Servicio Meteorológico Nacional (SMN), entre octubre y diciembre gran parte del país registrará valores de temperatura levemente superiores a los normales.
Cindy Fernandez, vocera del SMN, aclaró la naturaleza de estos pronósticos. No se trata de una certeza de récords de temperatura o olas de calor inminentes, sino de un cambio en el promedio:
«Si el promedio de octubre, noviembre y diciembre en una región suele estar en torno a los 20 grados, este año podría ubicarse en 22, 23 o incluso 25. Pero eso no quiere decir sí o sí que habrá olas de calor. Puede ser simplemente que tengamos días un poco más templados que lo habitual, sin llegar a ser extremos.»
Para regiones como Córdoba, la probabilidad de registrar temperaturas superiores a lo normal es notablemente alta, alcanzando el 55%.
Los factores detrás de las temperaturas elevadas
El clima de fin de año en Argentina no está siendo moldeado por el fenómeno global de La Niña, ya que este no se registra ni se proyecta para el periodo. Sin embargo, los expertos identifican otros dos elementos clave que sí impulsan la tendencia a un calor superior a la media:
- Cambio Climático: La tendencia a largo plazo que genera temporadas consistentemente más cálidas a nivel global.
- Dipolo del Océano Índico: Un fenómeno de variabilidad climática oceánica que actualmente se encuentra activo y que puede favorecer temperaturas más altas en la región sudamericana.
Marisol Osman, investigadora del CIMA (UBA–CONICET), enfatiza que estos pronósticos estacionales son herramientas de probabilidad, no de predicción de eventos puntuales. Por ello, son vitales para la planificación estratégica en áreas como:
- Salud (preparación de alertas de calor).
- Energía (planificación de la demanda).
- Agricultura (anticipación de estrés térmico en cultivos).
- Recursos hídricos (previsión de niveles de agua en represas).
Impacto en la salud: la proliferación de mosquitos
El calor sostenido, incluso si no alcanza niveles de récord, tiene un impacto directo en la salud pública, principalmente al favorecer la proliferación del mosquito Aedes aegypti, vector del dengue y chikungunya.
La infectóloga Mónica Foccoli explicó que las temperaturas altas son necesarias para el desarrollo del mosquito adulto. Aunque los huevos del mosquito pueden sobrevivir a cualquier temperatura, el calor es indispensable para que eclosionen y el insecto madure.
El mosquito permanece activo mientras no se registren 20 días consecutivos con temperaturas por debajo de 15 grados. El pronóstico de temperaturas más templadas o superiores a lo normal durante la primavera y principios del verano significa que el insecto estará presente en meses tardíos y en regiones donde históricamente no circulaba.
Foccoli destacó que el cambio climático ha expandido la circulación del dengue, afectando a ciudades como Buenos Aires, que ahora registra casos autóctonos, algo inusual en el pasado.
La prevención sigue siendo la herramienta más efectiva, y la especialista subraya la necesidad de iniciar las campañas de eliminación de criaderos (objetos que acumulen agua) incluso desde el invierno, ya que los huevos son extremadamente resistentes.
