Inseguridad alimentaria: 15% de asalariados sufre la falta de acceso a comida, según la UCA
Inseguridad alimentaria golpea al 15% de los asalariados argentinos, incluso formales, según reveló un estudio de la UCA. La brecha es profunda entre el sector formal (9,8%) e informal (24%), destacando la educación como el principal factor de vulnerabilidad.
La paradoja argentina: asalariados con trabajo formal padecen inseguridad alimentaria
El 15% de los trabajadores asalariados del país no logra alimentarse adecuadamente, una cifra alarmante que incluye a un porcentaje de aquellos con empleo formal, según un reciente informe del Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA) de la Universidad Católica Argentina (UCA). Este dato pone en relieve que la crisis socioeconómica ha trascendido la mera falta de inserción laboral, afectando incluso a quienes cuentan con un puesto de trabajo estable.
El estudio, basado en datos rigurosos y una metodología exhaustiva, revela una profunda disparidad. Si bien el flagelo de la inseguridad alimentaria incide con mayor severidad en el sector informal (donde alcanza el 24% de los trabajadores), el problema también se manifiesta en el ámbito formal (afectando al 9,8% de los empleados) y en el sector público (con un 14,1% de incidencia).
La UCA define esta condición no solo como la falta de alimentos, sino como la preocupación o la restricción en la cantidad o calidad de la dieta por falta de recursos económicos. Que un porcentaje significativo de asalariados, incluso formales, esté en esta situación, subraya la insuficiencia de los salarios para cubrir la canasta básica de alimentos, un fenómeno que los especialistas denominan «pobreza laboral».
La brecha educativa: el factor clave de la vulnerabilidad
El informe de la UCA identifica una serie de factores que agravan la situación, siendo el nivel educativo el más determinante y el que genera la mayor brecha. La falta de acceso a una educación completa se correlaciona directamente con la probabilidad de sufrir inseguridad alimentaria:
- Secundario incompleto: El 34% de los trabajadores en este estrato padece inseguridad alimentaria.
- Universitario o más: La incidencia cae drásticamente a solo el 4,6%.
Estos datos reflejan que la educación no solo facilita una mejor inserción laboral, sino que actúa como un escudo protector fundamental contra la pobreza extrema y la precariedad alimentaria.
Pobreza, región y horas: el mapa de la precariedad alimentaria
El estudio traza un mapa detallado de la inseguridad alimentaria en el país, mostrando cómo la situación de pobreza, la geografía y el tipo de jornada laboral influyen decisivamente.
Trabajadores pobres: el grupo más golpeado
La correlación entre pobreza e inseguridad alimentaria es casi matemática. Mientras que el impacto en los trabajadores no pobres es del 6,9%, el porcentaje se dispara a un alarmante 38,6% entre quienes se encuentran por debajo de la línea de pobreza. En este contexto, el empleo no es una garantía de seguridad alimentaria si los ingresos no superan el umbral de la pobreza.
El Conurbano, foco de la crisis
Al analizar la región geográfica, el informe subraya que el Conurbano bonaerense es el área más crítica del país, concentrando la mayor incidencia:
- Conurbano: 18,9% de los asalariados sufre inseguridad alimentaria.
- Interior: 14,8%.
- CABA: 7,1%.
Esta concentración en el área metropolitana más densamente poblada evidencia fallas estructurales en el acceso a bienes y servicios básicos, además de la precariedad laboral.
Horas trabajadas: subocupados y sobreocupados
Contrario a la idea de que trabajar más horas asegura mejor alimentación, los datos de la UCA demuestran que los subocupados (quienes trabajan menos de lo que desean) son los más afectados, con un 21,1% de incidencia. Aunque parezca contraintuitivo, los sobreocupados (13,3%) y los de jornada completa (12%) también sufren las consecuencias de salarios insuficientes, pero la situación de quienes tienen ingresos más inestables o insuficientes es la más vulnerable.
Otros factores: edad, género y sindicatos
El informe del ODSA también identificó otras variables relevantes en el panorama de la inseguridad alimentaria:
- Edad: El grupo de 35 a 54 años (17,1%) es el que más padece este problema, probablemente debido a que son la franja etaria con mayores responsabilidades de sustento familiar.
- Género: La diferencia es mínima, afectando a un 15,5% de las mujeres y un 15% de los hombres.
- Afiliación sindical: El estudio señala que «los trabajadores afiliados a sindicatos tienden a tener mayor seguridad alimentaria», sugiriendo que la representación colectiva y los convenios laborales funcionan como un amortiguador ante la precariedad económica.
Reflexión: ¿es suficiente tener un trabajo?
El informe de la UCA sobre la inseguridad alimentaria entre asalariados lanza una cruda pregunta sobre la calidad del empleo y la distribución de la riqueza en Argentina. El hecho de que uno de cada siete trabajadores con un empleo formal sufra restricciones en su alimentación demuestra que el trabajo ya no es el pasaporte automático para salir de la pobreza. La inseguridad alimentaria se ha convertido en un problema estructural que requiere no solo la generación de puestos de trabajo, sino una urgente mejora en los salarios reales, políticas de protección social y una inversión sostenida en educación, el factor que, según el estudio, ofrece la mayor defensa contra la vulnerabilidad.
