La figura de Pablo Laurta, acusado de un doble femicidio en Córdoba y el asesinato de un hombre en Entre Ríos, ha acaparado la atención pública. El caso, marcado por una fuga metódicamente planeada, presenta un nuevo giro: la posible estrategia del acusado para ser declarado inimputable.
Durante su traslado, Laurta pronunció frases que sugieren una justificación de sus crímenes, como «todo fue por justicia», y calificó a una de sus víctimas como «mártir». Estas declaraciones han despertado la especulación sobre su estado mental y una potencial maniobra judicial para eludir la responsabilidad penal.
Un plan de fuga minucioso
La detención de Laurta reveló la meticulosidad de su plan para escapar. Se descubrió que había organizado una huida clandestina hacia Argentina, utilizando un kayak que fue hallado por las autoridades uruguayas, oculto cerca de la orilla. Este nivel de planificación contrasta con la idea de un acto impulsivo o de un estado de alteración mental.
Sin embargo, especialistas y periodistas advierten sobre la complejidad del caso. Señalan el riesgo de «psiquiatrizar» delitos que, por su naturaleza, parecen haber sido premeditados. Además, se destaca la existencia de antecedentes y denuncias previas contra Laurta en ambos países, lo que podría desarticular cualquier intento de argumentar una falta de conciencia sobre sus actos. El debate se centra ahora en si las incoherencias verbales de Laurta son un reflejo de su condición o una calculada estrategia para manipular el proceso judicial y lograr una declaración de inimputabilidad.