El empleo formal en Argentina registra su peor caída mensual desde el 2024

El desempleo en el sector privado registrado en Argentina tuvo en junio su peor caída mensual desde principios de 2024. Desde noviembre de 2023, la destrucción de empleo formal ya supera los 189.000 puestos, mientras el monotributo no para de crecer.

Un nuevo informe del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA) revela una alarmante contracción en el empleo formal argentino, marcando en junio la peor caída mensual desde el primer trimestre de 2024. Este dato no solo borra el leve crecimiento de los meses de abril y mayo, sino que profundiza la tendencia de precarización laboral que se ha consolidado en los últimos meses. Si se analiza la situación desde noviembre de 2023, la pérdida acumulada de puestos de trabajo en el sector privado formal asciende a 189.609, una cifra que ilustra el fuerte impacto del contexto económico en el mercado laboral.

Mientras el sector privado formal se contrae, otras modalidades de trabajo, como el monotributo, experimentan un crecimiento constante, sugiriendo una migración de trabajadores hacia la informalidad y la auto-precarización. A pesar de que el gobierno ha intentado matizar estas cifras, la realidad del mercado laboral muestra una clara recesión que se ha traducido en una menor demanda de nuevos puestos de trabajo.

La caída se generaliza: ¿Qué sectores y provincias son los más afectados?

La contracción del empleo en junio no fue un fenómeno aislado, sino que se extendió a lo largo de casi todos los sectores económicos. Solo la enseñanza y la salud lograron mantenerse a flote, mientras que los sectores primarios sufrieron los golpes más duros. La pesca y la explotación de minas y canteras, por ejemplo, tuvieron un primer semestre para el olvido, con caídas del 6,6% y 5,3% respectivamente.

A nivel geográfico, la situación tampoco es uniforme. La evolución del desempleo ha golpeado de manera desproporcionada a ciertas regiones del país. Un total de 18 provincias registraron caídas en el empleo asalariado privado entre mayo y junio. Las mayores contracciones se observaron en Chubut (-3,5%), La Rioja (-1,8%) y Salta (-0,8%). En el otro extremo, solo seis provincias lograron registrar un crecimiento, aunque en la mayoría de los casos fue marginal, como en San Juan, Formosa, Santa Fe y la provincia de Buenos Aires.

El deterioro del mercado laboral está directamente relacionado con la caída de la actividad económica. En junio, la producción ya se ubicó por debajo de los niveles de diciembre de 2024. Si esta tendencia persiste en el segundo semestre, el crecimiento proyectado para el año 2025 podría ser menor al 4%, un valor que se alcanzaría principalmente por el efecto de arrastre estadístico de un año anterior que fue particularmente negativo.

Un contexto de recesión y precarización

La dinámica del empleo registrado durante la actual gestión gubernamental ha mostrado un patrón claro y preocupante. Tras una fuerte caída en la primera mitad de 2024, se experimentó una leve recuperación en el segundo semestre, seguida por un estancamiento en la primera mitad de 2025. Los datos de junio confirman que esta fase de estancamiento ha dado paso a una nueva contracción, evidenciando que la economía aún no logra generar la demanda de nuevos puestos de trabajo necesaria para revertir la tendencia.

A la luz de estos datos, el balance del empleo no solo muestra una pérdida de puestos, sino también una creciente precarización. Mientras los asalariados formales disminuyen, el empleo en modalidades más precarias, como el monotributo, crece. Esta tendencia se acentúa con el aumento de los despidos incausados, que en julio de 2025 alcanzaron su valor más alto desde el año 2016. Las suspensiones también crecieron levemente, lo que refleja la fragilidad del mercado laboral en un contexto de incertidumbre económica.

A pesar de que el salario promedio en el sector privado registrado logró ganarle a la inflación en junio y julio, el problema subyacente es la insuficiencia de estos ingresos. Según las estimaciones de Luis Campos, investigador de la CTA, la mitad de los trabajadores formales tienen un salario de bolsillo inferior a $1.093.000, una cifra que demuestra la fragilidad de la capacidad de compra de la mayoría de los trabajadores, incluso de aquellos que mantienen un empleo formal.