El consumo masivo en Argentina sigue 40% por debajo de 2017: Ocho de cada diez argentinos ajustaron sus gastos
A pesar de una leve mejora semestral, el consumo masivo se mantiene en niveles históricamente bajos, evidenciando un profundo ajuste en los hábitos de las familias.

El consumo masivo en Argentina ha mostrado una leve mejora en la primera mitad del año, pero la recuperación es mínima y todavía muy lejos de alcanzar los niveles históricos. Un informe de la consultora NielsenIQ revela que, entre enero y junio, la actividad creció apenas un 1,2%. A pesar de este ligero repunte, el consumo se ubica entre un 35% y un 40% por debajo de los valores registrados en 2017. Esta brecha histórica demuestra la profundidad de la crisis económica y el cambio en los hábitos de las familias argentinas.
La suba semestral se debe principalmente al desempeño del primer trimestre, en el que el 85% de las categorías de productos mostró un crecimiento. Sin embargo, este alivio no fue generalizado. En el Gran Buenos Aires, por ejemplo, solo el 48% de los rubros logró expandirse. Los sectores de alimentos no básicos, bebidas sin alcohol, y productos de limpieza y cosmética fueron los más dinámicos, aunque su crecimiento no alcanza a revertir la caída acumulada de los últimos años. La consultora también señala que el repunte en supermercados estuvo impulsado en gran medida por promociones y descuentos en las primeras marcas, lo que indica que el consumidor busca activamente precios más bajos.
La contracción del consumo se siente en la vida cotidiana
El impacto de esta depresión económica no se limita a las cifras del mercado, sino que afecta directamente los hábitos de consumo de los argentinos. Un estudio de Management & Fit confirmó que el 80% de la población modificó sus compras en los últimos meses. Los recortes son profundos y se sienten en la mesa familiar y en la indumentaria.
El sector más golpeado es el de ropa y calzado, donde la mayoría de los encuestados admite haber pospuesto sus compras. En el caso de los alimentos, la estrategia de ajuste incluye la sustitución de productos más caros. Muchas familias, por ejemplo, reemplazan cortes de carne tradicionales por opciones más económicas o, directamente, los eliminan de su dieta. La tendencia de elegir segundas y terceras marcas en rubros como alimentos, limpieza y cuidado personal se ha consolidado como una respuesta a la pérdida de poder adquisitivo.
Inestabilidad financiera y su impacto en los hogares
El informe de Management & Fit también destaca la precaria situación financiera de los hogares. Un 46,3% de las familias declara que sus ingresos no son suficientes para cubrir sus gastos básicos. Dentro de este grupo, el 29,6% enfrenta «algunas dificultades» y un preocupante 16,7% atraviesa por «grandes dificultades».
Inicialmente, esta contracción del consumo afectó a los sectores más vulnerables de la sociedad, pero la situación ha escalado y ahora golpea de lleno a las clases medias. Este segmento, que históricamente ha sido el motor del consumo, ve cómo su patrón de gastos se reduce y se vuelve cada vez más austero. En este contexto, canales de venta como los autoservicios han sido los más perjudicados, acumulando más de 1.700 cierres desde 2019. Por otro lado, los mayoristas y el comercio electrónico han ganado terreno, ya que ofrecen precios más competitivos y alternativas de compra más eficientes para el consumidor que busca estirar cada peso.