Habló el hermano del joven encontrado en la antigua casa de Cerati: «Mi papá murió buscándolo»
Javier Fernández, hermano del joven desaparecido en 1984 y hallado en la antigua casa de Cerati, clama por justicia. Reveló que su padre "se murió buscándolo" sin obtener respuestas sobre su paradero.

Javier Fernández, el hermano menor de Diego, el adolescente de 16 años desaparecido desde 1984 y cuyos restos fueron hallados en una casa de Coghlan donde vivió Gustavo Cerati, rompió el silencio. En una emotiva declaración, expresó el profundo dolor de su familia y el incansable anhelo de justicia que persisten después de 41 años. «Mi viejo se murió buscándolo», lamentó Javier, quien ahora se ha convertido en la voz de un dolor que ha marcado a su familia durante décadas.
El hallazgo, que impactó a la opinión pública, ha revivido un caso que se creía olvidado. La vivienda, ubicada en la calle N. de Elía 2154 de Coghlan, fue el escenario de una tragedia que recién ahora empieza a esclarecerse. La familia de Diego, que nunca perdió la esperanza, hoy exige respuestas. La identificación de los restos, un proceso lento y meticuloso, trajo consigo una mezcla de alivio y angustia. El hermano de la víctima, en sus declaraciones, hizo hincapié en la necesidad de que se esclarezca lo sucedido para que, finalmente, el alma de su hermano y la de su padre, que falleció sin saber la verdad, puedan descansar en paz.
Un recuerdo doloroso y la sed de justicia
Javier Fernández, en una entrevista televisiva, compartió detalles íntimos sobre los últimos momentos que vivió con su hermano. «Diego tenía solo 15 años. Ese día salió de casa diciendo que iba a lo de un amigo. Era un buen pibe, jugaba en Excursionistas», recordó con la voz quebrada. Javier, que en ese entonces solo tenía 10 años, describió la última imagen que tiene de su hermano: «Se fue de acá comiendo una mandarina». Una escena simple y cotidiana que contrasta con la tragedia que se desarrollaría en las siguientes décadas.
El hermano de la víctima relató el calvario de sus padres en su búsqueda. «Mi papá hizo todo. Nos conocen todos en el barrio, todavía estamos acá», explicó. En su momento, los padres de Diego acudieron a la policía e interrogaron a todos sus amigos, pero no lograron obtener ninguna pista. La incertidumbre y la falta de información los llevaron a pensar que el joven podría haber sido víctima de la dictadura, un temor común en esos años. «Para mí pasó que, como era saliendo de la dictadura, pensé que lo habían ‘chupado’, que estaba en la agenda de alguien y lo secuestraron», confesó Javier.
La importancia de la tecnología y las redes sociales en el hallazgo
A pesar de que su madre, ahora con 87 años, lucha contra los estragos de la edad y la pérdida de la memoria, la familia no se rinde. Javier Fernández agradeció públicamente la ayuda de los medios de comunicación y las redes sociales. «Gracias a las redes y a ustedes, los periodistas, si no fuera por eso yo me muero, mi mamá se muere, y es sin encontrar a mi hermano», afirmó. La viralización del caso y la posibilidad de que la información circulara libremente fueron factores cruciales para el reconocimiento y posterior identificación de los restos.
El caso de Diego Fernández, que se mantuvo en la penumbra durante más de 40 años, ha salido a la luz gracias a la tecnología y al incansable trabajo de la justicia y los medios de comunicación. Ahora, con el cuerpo de Diego finalmente identificado, el enfoque se traslada a la investigación de las circunstancias de su muerte. La familia exige justicia y espera que se esclarezca qué ocurrió en esa casa de Coghlan y quiénes son los responsables del trágico final del joven.