Un estudio de la UBA-CONICET advierte sobre los riesgos de la concentración exportadora
Un estudio del Instituto Interdisciplinario de Economía Política (IIEP) de la UBA-CONICET advierte que la alta concentración de las exportaciones argentinas en pocos productos primarios, principalmente soja, maíz e hidrocarburos, incrementa su vulnerabilidad frente a shocks externos e internos. La diversificación, especialmente a través del sector de servicios basados en el conocimiento, es clave para un crecimiento sostenible.

La apuesta por el crecimiento económico de Argentina a través de las exportaciones enfrenta un desafío crítico: la alta concentración de su matriz de productos. Un reciente estudio del Instituto Interdisciplinario de Economía Política (IIEP) de la UBA-CONICET ha encendido las alarmas, señalando que el país es cada vez más vulnerable a las fluctuaciones de los mercados globales y a eventos internos como la sequía. Para 2024, el índice de concentración de exportaciones, medido a precios constantes, casi se duplicó en comparación con 2008, pasando de 254 a 479 puntos. Esta tendencia, si continúa, podría triplicarse para 2030, a pesar del boom de Vaca Muerta.
La concentración en un puñado de productos
El informe del IIEP detalla que el aumento de la concentración de las exportaciones argentinas se debe principalmente al crecimiento de las ventas de maíz y soja. Juntos, estos dos productos del agro explican el 80% del aumento del índice de concentración (HHI). El maíz, en particular, tuvo un aumento exponencial en sus ventas externas del 137%, mientras que la soja, aunque con un crecimiento menor del 19%, sigue representando un volumen significativo de divisas.
El segundo factor de concentración son los hidrocarburos, que incluyen petróleo crudo y gas natural. Sus exportaciones aumentaron un 52%, llevando su participación en el total del 6% al 10%. A pesar de que la minería y otros productos agrícolas no contribuyen al aumento de la concentración, la dependencia de Argentina de estas pocas fuentes de ingreso de divisas se profundiza, exponiendo la economía a mayores riesgos.
Las proyecciones a 2030 y el rol de Vaca Muerta
Las proyecciones para 2030 no son alentadoras en términos de diversificación. El estudio del IIEP incorporó estimaciones de exportación de minerales como oro, plata, cobre y litio, junto con el crecimiento esperado del petróleo y gas de Vaca Muerta. En este escenario, la concentración de las exportaciones se profundizaría, llevando el índice HHI a 662 puntos.
Si bien un mayor ingreso de dólares a través de estos sectores es un objetivo deseable, el informe advierte que no resuelve el problema de fondo. Con el petróleo perfilándose como el principal rubro de exportación (24%) y la minería creciendo significativamente (12%), el país seguiría atado a los vaivenes de los precios internacionales de los commodities. El riesgo de esta alta concentración es la volatilidad que genera en las cuentas fiscales y en la balanza comercial, ya que cualquier shock externo, como la caída de precios o la demanda, puede desestabilizar la economía.
La clave para un desarrollo sostenible: diversificación y servicios del conocimiento
Para mitigar estos riesgos y construir un crecimiento más sólido y sostenible, los investigadores de la UBA-CONICET proponen una solución clara: la diversificación. Es crucial que el país no solo dependa de la venta de materias primas, sino que incremente sus exportaciones de productos diferenciados y, en especial, de servicios basados en el conocimiento.
Actualmente, Argentina se encuentra rezagada en el dinamismo exportador en comparación con otros países de la región como Colombia, Brasil y Perú, que mostraron un mayor crecimiento de sus ventas al exterior. Para revertir esta situación, el informe sugiere que las exportaciones de productos de mayor valor agregado —como químicos, vehículos y maquinaria— y, fundamentalmente, los servicios basados en el conocimiento, deberían crecer a una tasa anual del 20%.
La diversificación es la llave para generar más y mejores puestos de trabajo, mejorar el ingreso de divisas y reducir la vulnerabilidad de la economía. El camino hacia 2030 presenta una oportunidad para reorientar la matriz productiva, pero requiere de políticas públicas que fomenten la innovación y la exportación de bienes y servicios más sofisticados, despegándose de la dependencia de unos pocos productos primarios.