Comer fiado: La tarjeta de crédito, el nuevo salvavidas para la mesa de millones de argentinos
La tarjeta de crédito se transformó en el sostén alimentario de millones de argentinos. La falta de poder adquisitivo dispara el uso del plástico para comprar comida, elevando la deuda y la morosidad a niveles preocupantes, en un contexto de altísimas tasas de interés.

La tarjeta de crédito, antes reservada para grandes compras o lujos, se ha convertido hoy en el principal sostén para la alimentación de millones de familias argentinas. Los datos son alarmantes: casi la mitad de las compras en el país se realizan con este plástico, un salto del 37% al 47% en solo dos años en el financiamiento de consumos. Este fenómeno ocurre a pesar del auge de las billeteras electrónicas con sus promociones, evidenciando que la capacidad de pagar en cuotas es el factor clave para estirar ingresos que ya no alcanzan.
El economista Agustín Lodola revela que el stock de deuda con tarjeta ha crecido un impactante 83% en términos reales durante el último año, revirtiendo tendencias anteriores. Mientras la venta de electrodomésticos se desploma, el consumo de alimentos con tarjeta aumenta, confirmando que el crédito ya no financia bienes durables, sino que se ha transformado en el soporte directo de la canasta básica familiar. Lo más preocupante de esta explosión de endeudamiento son las altísimas tasas de interés de las tarjetas, que superan el 80% anual, en un contexto donde la inflación mensual ronda el 5% y los ingresos se mantienen congelados o en caída.
Financiar la Comida: Una Estrategia Arriesgada pero Necesaria
Para muchas familias, la tarjeta de crédito ya no es una opción, sino una necesidad imperiosa. Si bien las billeteras digitales ofrecen descuentos puntuales para el día a día, el plástico permite comprar productos esenciales como carne, leche o fideos y diferir el pago. Sin embargo, este alivio inmediato conlleva la carga de cuotas e intereses que, a la larga, devoran una porción cada vez mayor del salario.
Los datos de consultoras y cámaras del sector confirman este silencioso pero creciente fenómeno: la deuda con tarjeta ya no se asocia a viajes o tecnología, sino directamente a la compra de alimentos y productos básicos. La inflación persistente, la caída del poder adquisitivo real y la falta de crédito accesible obligan a miles de hogares a exprimir los límites de sus plásticos para poder subsistir.
El Límite del Endeudamiento y una «Bomba de Tiempo»
Agustín Lodola advierte que esta estrategia tiene un límite muy claro: «No es infinita la capacidad de endeudarse. Llega un punto en el que se alcanza el cupo y ya no hay forma de patear más». Si la situación de los ingresos no mejora y la inflación continúa erosionando el poder de compra, la deuda con tarjeta se convertirá en una «bomba de tiempo» que, tarde o temprano, generará consecuencias financieras insostenibles para millones de hogares.
El plástico ha vuelto a ser el protagonista de la economía doméstica argentina, pero esta vez no para incentivar un consumo aspiracional, sino para garantizar la comida diaria. Es una estrategia riesgosa que expone la fragilidad de la economía de los hogares en un país donde el «comer fiado» es la cruda realidad de muchas familias. El alivio momentáneo de pasar la tarjeta en el supermercado se paga caro semanas después, cuando los resúmenes llegan con intereses que agobian y obligan a refinanciar, creando un círculo vicioso de deuda por necesidad básica.