Viajar: un nuevo «privilegio» en Argentina por el impacto de las tarifas en el bolsillo familiar

El transporte público en Argentina se ha transformado en una carga cada vez mayor para las familias, como resultado del incremento sostenido de las tarifas y el rezago de los salarios. Esta situación ha provocado una caída significativa en la demanda de viajes, reconfigurando el mapa de la movilidad urbana. Solo en el subte porteño, el número de viajes se contrajo casi un 30% en comparación con 2023.

Impacto del ajuste fiscal y la quita de subsidios

El gobierno nacional mantiene su política de ajuste fiscal, lo que se ha traducido en un drástico recorte de subsidios a los servicios públicos, con consecuencias directas en la economía de los hogares argentinos. Entre diciembre de 2023 y mayo de 2025, el gasto en tarifas se duplicó, pasando de representar el 6% al 12% de un salario promedio. Solo en mayo, el costo de la canasta de servicios en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) se disparó un 17%.

Si bien todos los servicios públicos experimentaron aumentos, la situación del transporte es particularmente alarmante. Este rubro registró la mayor suba interanual (+54%) y acumula un incremento del 685% desde fines de 2023, superando ampliamente el aumento de la canasta total (+500%) y el nivel general de precios (+149%). Un informe privado reveló que los subsidios en servicios retrocedieron un 68% real acumulado, y gran parte de esa caída se explica por una reducción del 35% real acumulado en los subsidios destinados al transporte.

Como consecuencia directa de estas alzas, la cantidad de pasajeros en subte y colectivo ha disminuido. Datos sectoriales indican que, en lo que va de 2025, el número de usuarios transportados se contrajo un 20% en el subte y un 7% en los colectivos, en comparación con el mismo período de 2024. Esta situación afecta con mayor dureza a quienes dependen de trabajos informales o precarizados, que destinan al menos un tercio de sus ingresos solo en el traslado diario.

El costo de viajar en tiempos de crisis

Mientras las tarifas de los servicios esenciales continúan en ascenso mes a mes, los ingresos de los trabajadores no logran seguir el mismo ritmo. En el transporte de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) y la Provincia de Buenos Aires (PBA), se observa un aumento del 10% desde marzo, y las tarifas se actualizan al ritmo del Índice de Precios al Consumidor (IPC) del INDEC más un 2%. En CABA, el IPC Nacional es el índice de referencia para el subte y el colectivo, mientras que para la PBA se utiliza el IPC GBA. Las líneas de colectivos presentan tres cuadros tarifarios distintos, según la jurisdicción.

Desde este mes, el boleto mínimo de colectivo en CABA y PBA cuesta $472,3 y $472,6, respectivamente, tras un incremento del 4,8%. Las líneas del AMBA, que dependen del gobierno nacional, subirán un 7% desde el próximo miércoles 18 de junio, llevando el boleto mínimo a $424,9. El subte de CABA también experimentó un aumento, pasando de $919 a $963, lo que representa un alza del 27% en el primer semestre de 2025.

Contrastes de tarifas en el país y su impacto en el poder adquisitivo

Numerosas ciudades del interior del país ya registran tarifas de transporte por encima de los $1.000. Entre las más caras se encuentran Bariloche ($1.895), Santa Fe ($1.440), Mar del Plata ($1.360), Resistencia ($1.300), Corrientes ($1.290), Formosa ($1.280), Tandil ($1.203,66), Rosario ($1.200), Córdoba ($1.200) y Comodoro Rivadavia ($1.114,3). Por otro lado, las tarifas más bajas se encuentran en San Luis ($750), San Juan ($750) y La Rioja ($450).

Según un relevamiento del Observatorio de Tarifas y Subsidios (UBA-Conicet), el valor medio de las tarifas de transporte en el interior se ubica en $1.117,50. Considerando el salario mínimo, vital y móvil ($313.000) a valores reales, el centro de investigación remarcó que «la suba en las tarifas del interior ha sido bastante pronunciada, tornándose un sistema socialmente costoso comparado al AMBA y a otros sistemas de transporte público automotor de América del Sur».

En términos de cantidad de boletos que se pueden comprar con un salario mínimo, en el subte de Buenos Aires, un salario mínimo permite adquirir 335 pasajes, una cifra que contrasta drásticamente con los 1.638 boletos que se podían comprar en 2011. Comparado a nivel regional, un salario mínimo permite acceder a 587 boletos mensuales en el Metro de Santiago de Chile en horario pico, mientras que en el Metro de San Pablo son 292 boletos.

Reducción de viajes y el mayor peso de los servicios en el gasto

Un informe del Instituto Argentina Grande (IAG) señaló que, en marzo, la cantidad de viajes en subte en CABA cayó un 20% respecto al mismo mes del año pasado. Si se compara con marzo de 2023, la disminución es aún mayor, alcanzando un 29%. Los economistas del IAG destacaron que «las variaciones interanuales no se recuperan» y ejemplificaron que la única línea donde creció la cantidad de viajes fue la Línea D, que conecta el norte de la ciudad con el centro. En contraste, los viajes en la Línea B se redujeron un 28% interanual, y en las líneas C y H cayeron un 26%.

En mayo, un hogar promedio del AMBA sin subsidios necesitó $166.559 para cubrir sus necesidades de energía, transporte y agua potable. Este gasto representó un aumento del 16,8% respecto al mes anterior y fue un 45% superior al de mayo de 2024. En los 18 meses que van desde diciembre de 2023 a mayo de 2025, la canasta de servicios se incrementó un 500%, mientras que el nivel general de precios lo hizo en un 149%.

Datos del Instituto Interdisciplinario de Economía Política (IIEP) muestran que la canasta de servicios representó el 11,6% de un salario promedio registrado estimado del mes, y el peso proporcional del gasto en transporte alcanzó el 38% del gasto total, siendo «significativamente más elevado respecto de los restantes servicios» afectados, en mayor medida, por la estacionalidad del consumo.

Finalmente, el análisis interanual por servicio evidenció que el incremento más importante fue en la factura de transporte, con un aumento del 54% respecto a mayo de 2024, seguido por la energía eléctrica (48%). El gasto en gas natural y agua aumentó un 30% y un 42%, respectivamente.