Niños con TDAH: Un diagnóstico temprano abre la puerta a un tratamiento efectivo
El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) es una condición del neurodesarrollo que impacta significativamente la vida de niños, adolescentes y, en algunos casos, adultos. Caracterizado por dificultades para mantener la atención, hiperactividad e impulsividad, el TDAH puede manifestarse de diversas maneras, afectando el rendimiento académico, las relaciones sociales y la autoestima de quienes lo padecen.

Los síntomas del TDAH pueden variar considerablemente entre individuos y presentarse de diferentes formas. Algunos niños pueden mostrar predominantemente falta de atención, evidenciando dificultades para concentrarse en tareas, seguir instrucciones o recordar información. Otros pueden manifestar principalmente hiperactividad e impulsividad, mostrando inquietud motora, dificultad para permanecer sentados o esperar su turno, e interrumpiendo constantemente a los demás. En muchos casos, se presenta una combinación de ambos tipos de síntomas.
La detección temprana del TDAH es crucial. Si bien la edad pico para el diagnóstico se sitúa entre los 8 y los 10 años, algunos niños pueden mostrar signos desde la edad preescolar. Padres y educadores juegan un rol esencial en identificar las señales de alerta, que incluyen desde una actividad física excesiva y un bajo grado de atención hasta dificultades para inhibir impulsos y problemas en las relaciones sociales. Un diagnóstico oportuno, realizado por profesionales de la salud mental con experiencia en TDAH, permite implementar estrategias de intervención tempranas.
El tratamiento del TDAH es multimodal y generalmente combina terapia conductual y, en algunos casos, medicación. La terapia conductual enseña a los niños y a sus familias estrategias para manejar los síntomas, mejorar las habilidades de organización, desarrollar la autorregulación y fomentar comportamientos positivos. El entrenamiento para padres y las intervenciones conductuales en el aula son componentes clave de este enfoque. En cuanto a la medicación, los estimulantes son comúnmente utilizados para ayudar a mejorar la atención y reducir la impulsividad, aunque su uso siempre debe ser supervisado por un médico.
Es importante destacar que el TDAH no es resultado de una mala crianza o problemas ambientales. Si bien su origen no se conoce completamente, se ha identificado una fuerte base genética y diferencias en la función de neurotransmisores en el cerebro. Por lo tanto, abordar el TDAH con comprensión y buscar ayuda profesional es fundamental en lugar de recurrir a la culpa o la negación.
Un diagnóstico temprano y un tratamiento integral no solo mejoran la calidad de vida de los niños con TDAH, sino que también previenen complicaciones a largo plazo, como problemas de autoestima, dificultades académicas y sociales, e incluso un mayor riesgo de desarrollar problemas de salud mental o conductas de riesgo en la adolescencia y la edad adulta. Invertir en la detección y el tratamiento del TDAH en la infancia es invertir en un futuro más brillante para estos niños.