Claves para un envejecimiento activo: tres actividades que mejoran la calidad de vida
El bienestar en la tercera edad no depende solo del paso del tiempo, sino de las decisiones diarias. La incorporación de ciertas actividades puede potenciar la salud física y mental, favoreciendo un envejecimiento activo y pleno.

El envejecimiento es un proceso natural e inevitable, pero la manera en que se transita puede marcar una gran diferencia en la calidad de vida. Según especialistas, mantener hábitos que estimulen el cuerpo y la mente resulta clave para una vejez saludable. En este sentido, tres tipos de actividades han demostrado ser altamente beneficiosas: el ejercicio físico, la creatividad y la estimulación mental.
El primero de estos pilares es el movimiento. La práctica regular de actividad física no solo fortalece músculos y articulaciones, sino que también impacta positivamente en el estado de ánimo y la prevención de enfermedades. La Organización Mundial de la Salud recomienda dedicar al menos 30 minutos diarios a ejercicios como caminar, nadar o practicar yoga. Estas actividades contribuyen a reducir el riesgo de padecer dolencias cardiovasculares y neurodegenerativas, además de favorecer la autonomía y la independencia en la vida cotidiana.
En segundo lugar, la creatividad se presenta como una aliada del bienestar emocional. Expresarse a través del arte, la escritura, la cocina o el tejido no solo permite canalizar emociones, sino que también estimula la producción de endorfinas, generando sensaciones de satisfacción y felicidad. No es necesario alcanzar la perfección en estas prácticas; el valor reside en el proceso y en el disfrute que brindan. Además, estas actividades reducen los niveles de estrés y fomentan un sentido de logro personal.
Por último, mantener el cerebro activo es fundamental para preservar las capacidades cognitivas a lo largo del tiempo. Leer, resolver acertijos, aprender un idioma o tocar un instrumento musical son ejercicios mentales que fortalecen la memoria y mejoran la concentración. Estudios recientes, como los publicados en la revista Frontiers in Psychology, sugieren que el compromiso con actividades intelectuales desafiantes puede retrasar el deterioro cognitivo y reducir el riesgo de enfermedades neurodegenerativas.
La adopción de estos hábitos no solo contribuye a prolongar la vida, sino que la enriquece, promoviendo un día a día más pleno y satisfactorio. La clave del bienestar radica en el compromiso con el propio cuidado, demostrando que el envejecimiento activo es una elección posible y accesible para todos.