Baja de impuestos para autos y motos de lujo: otro guiño del Gobierno a los sectores más privilegiados
A partir del 1° de febrero, se eliminarán los impuestos internos para vehículos valuados entre 41 y 75 millones de pesos, beneficiando a un sector de alto poder adquisitivo. Mientras tanto, la presión fiscal sobre el consumo masivo sigue intacta.
En una medida que favorece a los segmentos de mayores ingresos, el Gobierno nacional anunció la eliminación de los impuestos internos para autos y motos de lujo en Argentina. Desde el 1° de febrero, los vehículos cuyo precio oscila entre los 41 y 75 millones de pesos dejarán de tributar un 20% en impuestos internos, mientras que los que superen los 75 millones verán reducida su carga fiscal del 35% al 18%.
La decisión, comunicada por el ministro de Economía, Luis Caputo, impacta directamente en modelos de alta gama como la Volkswagen Amarok, Toyota Hilux, SW4 y Ford Ranger, entre otros. Según cálculos oficiales, esto podría traducirse en una baja del 15 al 20% en los precios de estos vehículos, aunque queda por ver si las concesionarias efectivamente trasladarán la reducción a los consumidores.
El Gobierno justificó la medida argumentando la necesidad de fomentar la electromovilidad en el país. En este contexto, también se anunció la eliminación de aranceles para la importación de autos eléctricos e híbridos de bajo precio FOB, con un cupo anual de 50.000 unidades. Además, las motos valuadas entre 15 y 23 millones de pesos también quedarán exentas del impuesto interno del 20%.
Sin embargo, la medida no estuvo exenta de críticas. Economistas y analistas cuestionan la oportunidad de esta decisión en un contexto de ajuste fiscal y caída del consumo. Mientras el Gobierno insiste en la necesidad de equilibrar las cuentas públicas, continúa sin aliviar la carga impositiva sobre bienes de primera necesidad. La inflación y la recesión afectan cada vez más a la clase media y baja, sectores que no encontrarán alivio en la rebaja impositiva anunciada.
El Gobierno sigue apostando por una política fiscal que beneficia a los sectores de mayor poder adquisitivo, mientras el grueso de la población enfrenta aumentos en servicios básicos y alimentos. Aunque la medida podría estimular la venta de vehículos de alta gama, la falta de incentivos para el consumo masivo genera dudas sobre la equidad del modelo económico impulsado por la actual administración.