Consumo de carne en caída: el nivel más bajo en más de un siglo
Un informe reciente de la Cámara de la Industria y Comercio de Carnes y Derivados (Ciccra) expone un hecho alarmante: el consumo de carne en Argentina cayó un 10% en 2024, alcanzando el segundo nivel más bajo desde 1914.
En un contexto económico marcado por la caída de los ingresos de las familias, el consumo de carne per cápita se ubicó en 47,7 kilos al año. Este registro, 9% inferior al de 2023, solo encuentra un antecedente similar en 1920, cuando alcanzó 46,9 kilos.
El impacto económico y social
Según el informe, el consumo interno de carne vacuna se redujo en términos absolutos a 2,24 millones de toneladas de res con hueso (tn r/c/h), una baja de casi 194 mil toneladas respecto al año anterior. Este descenso no solo refleja un debilitamiento del poder adquisitivo, sino también un cambio profundo en los hábitos de consumo, resultado de la crisis económica actual.
Históricamente, un nivel tan bajo de consumo de carne remonta a inicios del siglo XX, cuando la economía argentina dependía casi exclusivamente de Gran Bretaña. En ese período, las grandes oligarquías se consolidaron, mientras las mayorías enfrentaban carencias y derechos sociales inexistentes. Hoy, el panorama guarda ciertas similitudes, con una economía ajustada y una población luchando por cubrir necesidades básicas.
Exportaciones récord frente a un consumo interno reducido
En paralelo a esta caída en el consumo interno, la industria frigorífica alcanzó un récord en exportaciones, con 936,1 mil toneladas enviadas al exterior, un incremento del 9,8% respecto a 2023. Esta tendencia resalta un desbalance: mientras los frigoríficos buscan maximizar ganancias en mercados internacionales, la oferta local se reduce y los precios internos permanecen elevados.
La producción total de carne vacuna en 2024 fue de 3,177 millones de toneladas, con una contracción del 3,4% en comparación con el año previo. Aunque la faena disminuyó, el mayor peso promedio en gancho ayudó a mitigar parcialmente esta caída.
Reflexión final
La crisis del consumo de carne en Argentina expone desigualdades estructurales y una economía en tensión. Mientras el mercado externo florece, el consumo interno refleja una situación crítica que afecta no solo a los sectores más vulnerables, sino también a la identidad cultural de un país históricamente asociado a la carne. Sin cambios estructurales, este declive podría profundizarse, dejando cicatrices difíciles de sanar en el tejido social argentino.