Una crisis creciente: la obesidad en Argentina
Más de la mitad de la población argentina enfrenta el desafío del exceso de peso.
En Argentina, la obesidad y el sobrepeso afectan al 66,1% de los adultos, y un alarmante 32,4% se encuentra en condición de obesidad, según datos de la Encuesta Nacional de Factores de Riesgo (ENFR) de 2019. Estas cifras reflejan una tendencia en aumento y exponen una crisis de salud pública que trasciende el ámbito sanitario, teniendo también profundas repercusiones sociales y culturales.
El problema radica en múltiples factores interconectados. Por un lado, el entorno alimentario está dominado por productos ultraprocesados, baratos y accesibles, que desplazan opciones nutritivas. Por otro lado, el estilo de vida sedentario, incentivado por largas jornadas laborales y el uso excesivo de tecnología, exacerba el problema. A esto se suma la desigualdad económica, que condena a los sectores más vulnerables a dietas de baja calidad, donde los alimentos poco saludables predominan por su bajo costo.
Discriminación y estigmatización social
La obesidad no es solo un problema de salud, sino también un fenómeno profundamente atravesado por prejuicios y estereotipos. En el ámbito laboral, las personas con obesidad suelen ser percibidas como menos competentes, lo que reduce sus oportunidades de empleo y crecimiento profesional. En los medios de comunicación, se refuerzan narrativas que asocian la obesidad con falta de voluntad o disciplina, ignorando factores genéticos y estructurales.
Esta estigmatización afecta especialmente a las mujeres, quienes enfrentan una doble carga bajo un sistema patriarcal que impone estándares de belleza inalcanzables. Desde temprana edad, se les inculca que un cuerpo delgado es sinónimo de éxito y salud. Estas normas no solo afectan su autoestima, sino que también pueden derivar en trastornos alimentarios o depresión, agravando aún más los problemas de salud.
Políticas insuficientes y retos futuros
Aunque se han implementado iniciativas como la Ley de Etiquetado Frontal y programas de promoción de hábitos saludables, los desafíos persisten. La industria alimentaria ejerce una influencia considerable para evitar regulaciones más estrictas, mientras que la falta de un abordaje interdisciplinario limita las soluciones. Además, muchas personas no tienen acceso a tratamientos de calidad que incluyan apoyo psicológico y medicamentos innovadores.
La obesidad en Argentina no puede entenderse como un problema meramente individual. Es el resultado de un sistema alimentario dañino, desigualdades estructurales y presiones sociales que perpetúan un ciclo de discriminación y exclusión. Abordar esta crisis requiere políticas públicas ambiciosas que promuevan entornos más saludables, desafíen los estereotipos patriarcales y garanticen acceso equitativo a tratamientos.
En un país donde más de la mitad de la población enfrenta este problema, es crucial un cambio integral que priorice la salud pública y la inclusión social, asegurando un futuro más saludable para todos.