Riesgos sanitarios y alza de precios: expertos critican la desregulación de Milei
El decreto que habilita la venta de medicamentos en góndolas genera preocupaciones sobre la salud pública y el impacto económico.
El 20 de noviembre, el gobierno de Javier Milei promulgó el decreto 1024/24, que permite la venta de medicamentos de venta libre en góndolas de farmacias, supermercados y quioscos. Esta medida, que ha sido ampliamente discutida, busca desregular un mercado históricamente controlado, con el argumento de mejorar el acceso y fomentar la competencia de precios. Sin embargo, la normativa ha recibido fuertes críticas del sector farmacéutico, que alerta sobre riesgos sanitarios y consecuencias económicas negativas.
Justificación oficial: mayor acceso y competencia
Federico Sturzenegger, ministro de Desregulación y Transformación del Estado, defendió la medida señalando tres objetivos principales: comodidad para los consumidores, mayor acceso en zonas donde las farmacias son escasas y la promoción de la competencia de precios. Según Sturzenegger, productos como el omeprazol, un medicamento común para la acidez estomacal, pueden tener una diferencia de precio de hasta ocho veces entre distintos puntos de venta, lo que justifica una mayor competencia.
El gobierno sostiene que los medicamentos vendidos en góndolas seguirán cumpliendo con los requisitos de calidad y propiedades fisicoquímicas, y que esta apertura del mercado permitirá a los consumidores acceder más fácilmente a productos esenciales. Sin embargo, el impacto de estas medidas no ha sido del todo bien recibido por expertos y profesionales del sector.
Críticas del sector farmacéutico: subida de precios y riesgos para la salud
Ricardo Pesenti, presidente de la Confederación Farmacéutica Argentina (COFA), criticó abiertamente la normativa, advirtiendo que la desregulación provocaría un aumento de los precios. «Cada vez que los medicamentos están fuera de las farmacias, los precios suben», señaló Pesenti, añadiendo que el control de precios no debería recaer sobre las farmacias, sino sobre el Estado.
Rubén Sajem, del Centro de Profesionales Farmacéuticos, también expresó su preocupación sobre la medida, alertando sobre el riesgo de un uso indiscriminado de medicamentos y la falta de control en puntos de venta no especializados. «El conocimiento del medicamento será el que vean en la publicidad», advirtió Sajem, refiriéndose a la posible eliminación de la intervención del farmacéutico en la venta y orientación sobre el uso adecuado de los fármacos.
Riesgos sanitarios y precedentes históricos: lecciones del pasado
Las críticas apuntan principalmente a los riesgos sanitarios que podrían derivarse de la falta de control. Pesenti subrayó que la desregulación podría incentivar el uso irresponsable de medicamentos, como analgésicos y otros fármacos de venta libre, que en ocasiones son consumidos sin la orientación profesional adecuada. Además, señaló que los quioscos y supermercados, donde los controles de calidad son más débiles, ya están siendo puntos de venta para productos vencidos o adulterados.
La experiencia de la desregulación en los años 90, impulsada por el entonces ministro Domingo Cavallo, es otro referente negativo. En ese momento, las farmacias enfrentaron una feroz competencia de supermercados que, al no contar con los mismos estándares de seguridad, contribuyeron al aumento de precios y a una mayor desinformación sobre el uso adecuado de los medicamentos.
Lecciones desde Chile: riesgos similares
Mauricio Huberman, presidente de la Confederación Farmacéutica Sudamericana, también advirtió sobre el impacto de la desregulación en Chile, donde este modelo llevó a una concentración del mercado en pocas cadenas de farmacias y a escándalos relacionados con la colusión de precios. Además, la falta de fiscalización generó problemas con medicamentos falsificados o vencidos en puntos de venta no controlados.