Carlos Robledo Puch, el “Ángel de la Muerte”, ¿cerca de la libertad?
Condenado a reclusión perpetua en 1980, el múltiple homicida Carlos Robledo Puch podría estar a un paso de recuperar su libertad tras pasar más de cinco décadas en prisión.
En un giro judicial que ha reavivado la discusión pública sobre los derechos y la reinserción de condenados, la Justicia dispuso el traslado de Carlos Eduardo Robledo Puch, conocido como el “Ángel de la Muerte”, a un penal con régimen semiabierto. Esta medida se enmarca en el Programa Casas por Cárceles de la Unidad 25 del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB) y representa un paso previo hacia la libertad condicional del asesino condenado en 1980 por once homicidios y otros crímenes cometidos entre 1971 y 1972.
La resolución, firmada por el camarista Oscar Quintana y el secretario de Cámara Bernardo Hermida Lozano, sugiere que Robledo Puch podría acceder próximamente al régimen abierto. Sin embargo, el camino hacia su liberación no será automático, ya que el condenado deberá dar su consentimiento para este cambio de régimen. Esta decisión, aparentemente simple, plantea un desafío debido a la resistencia de Robledo Puch, quien ha manifestado repetidamente que solo aceptaría su liberación plena, rechazando cualquier régimen intermedio.
Desde hace años, el condenado ha dejado claro su desacuerdo con alternativas de detención semiabierta. En declaraciones previas, aseguró que para él “solo existen dos opciones: libertad o nada”, postura que ha defendido con firmeza. Asimismo, solicitó la opción de permanecer en una casa dentro del penal de Sierra Chica, donde cumplió gran parte de su sentencia. Este particular enfoque sobre su propio caso ha generado controversia y plantea interrogantes sobre su verdadera disposición a integrarse en un régimen de menor vigilancia.
La historia de Carlos Robledo Puch es una de las más violentas y recordadas de la crónica policial argentina. Entre 1971 y 1972, junto a sus cómplices Jorge Ibáñez y Héctor Somoza, ejecutó un raid criminal en el que asesinó a serenos, violó a mujeres y cometió robos a mano armada. En mayo de 1971, su primera víctima conocida fue José Bianchi, un sereno de Vicente López. Durante el siguiente año, sumó una decena de asesinatos y otros crímenes, hasta su captura el 3 de febrero de 1972, el mismo día en que ultimó a su cómplice Somoza con un soplete.
Por sus crímenes, Robledo Puch fue condenado a reclusión perpetua con la “accesoria de reclusión por tiempo indeterminado”, un fallo emitido por la Sala I de la Cámara de San Isidro en 1980. Desde entonces, ha pasado por varias unidades penitenciarias y tuvo un intento de fuga en 1973, lo que incrementó las medidas de seguridad en su confinamiento. Su vida en prisión ha estado marcada por distintos incidentes y múltiples traslados, pasando por unidades penitenciarias como la Unidad 9 de La Plata y Sierra Chica, hasta su actual ubicación en la Unidad 26 de Olmos.
El posible paso a un régimen abierto para uno de los asesinos más emblemáticos de Argentina ha abierto nuevamente el debate sobre el alcance de la reinserción y el perdón social. Mientras algunos ven en el caso una oportunidad para evaluar los derechos de quienes han cumplido largas condenas, otros cuestionan la conveniencia de liberar a un criminal que, aún después de cinco décadas, no parece haber mostrado arrepentimiento.
Con el cambio de régimen semiabierto, el futuro de Robledo Puch dependerá de su aceptación del nuevo modelo de detención. Este caso, que continúa capturando la atención nacional, representa un dilema complejo sobre justicia, reinserción y seguridad pública.