Aumentan los combustibles un 4% mientras caen las ventas en el país

El precio de la nafta y el gasoil registrará un aumento del 4%, impulsado por la devaluación del peso, el encarecimiento del crudo y ajustes impositivos. Mientras tanto, las ventas de combustibles se desploman en un contexto de consumo en crisis.

El precio de la nafta y el gasoil subirá cerca de un 4% a partir de este viernes, una decisión que afecta directamente a los conductores en Argentina y que podría ahondar aún más la caída en el consumo de combustibles. El incremento se debe a la combinación de varios factores: el alza en el valor del barril de petróleo Brent, el ajuste de los biocombustibles, la actualización del tipo de cambio y los impuestos aplicados al sector. Esta suba revertirá la baja del 1% registrada en octubre y se sentirá en las principales estaciones de servicio del país, incluyendo YPF, Shell, Axion y Puma.

El nuevo ajuste responde, en parte, al régimen de devaluación progresiva o crawling peg aplicado por el Banco Central, que hace que el dólar oficial suba un 2% mensual. A esto se suma un ajuste adicional del 2% que se relaciona con la variación del precio del barril Brent, que ha oscilado entre 71 y 76 dólares en el último mes. De hecho, el presidente de YPF, Horacio Marín, expresó en septiembre su intención de trasladar estos movimientos a los precios locales, afirmando que si el crudo internacional sube, el precio de los combustibles en el mercado interno también debería reflejar este incremento.

El aumento de precios en surtidores se produce en un contexto de consumo en baja. Según datos de la Secretaría de Energía de la Nación, la venta de combustibles cayó un 6% en los primeros nueve meses del año. Esta baja se hizo aún más pronunciada en junio, cuando las ventas de nafta y gasoil cayeron un 12,05% interanual. Para septiembre, el descenso fue del 11,7%, y la situación más crítica se observa en la venta de nafta premium, que experimentó una caída interanual del 21% entre septiembre de 2023 y el mismo mes de 2024. La demanda de nafta súper, en tanto, cayó un 3,7%, mientras que el gasoil también mostró una baja significativa, alcanzando un desplome del 19%.

Este nuevo aumento en el precio de los combustibles y la consiguiente caída en las ventas pone en evidencia un contexto desafiante para el sector y los consumidores. La política de ajuste constante que han adoptado las petroleras se ha vuelto una carga para los conductores, que ven cómo el costo de llenar sus tanques aumenta sin que ello implique una mejora en sus ingresos o en el poder adquisitivo. En paralelo, las compañías intentan equilibrar sus costos internos con el precio internacional, en un contexto económico en el que la estabilidad es incierta.

La tendencia apunta a que el consumo de combustibles seguirá bajando si no se implementan políticas que amortigüen los efectos de la suba en los costos y la caída del poder adquisitivo de la población.