La inflación supera los mínimos aumentos en AUH y Tarjeta Alimentar
Un informe revela que, pese a los incrementos en programas sociales como la AUH y la Tarjeta Alimentar, la inflación golpea con más fuerza a los sectores vulnerables, afectando severamente la canasta básica alimentaria en los barrios populares.
La inflación continúa erosionando el poder adquisitivo de los sectores más desfavorecidos en Argentina. A pesar de los aumentos recientes en la Asignación Universal por Hijo (AUH) y la Tarjeta Alimentar, estos incrementos han sido insuficientes para compensar el fuerte aumento en los precios de los alimentos, que ha dejado a muchas familias en una situación crítica. Según un reciente informe de la Fundación Rosa Luxemburgo y el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), los precios de los alimentos crecieron un 128% entre noviembre de 2023 y julio de 2024, lo que agravó las condiciones de pobreza y precariedad en los barrios populares.
El informe, titulado Impacto de la inflación en la canasta básica de los sectores populares, alerta sobre la severa crisis alimentaria que enfrentan las familias más vulnerables en Argentina. A pesar de los aumentos en programas sociales como la AUH y la Tarjeta Alimentar, los precios de los productos esenciales se han disparado a un ritmo mucho mayor, dejando a miles de familias con dificultades para acceder a una dieta básica.
Entre noviembre de 2023 y julio de 2024, preparar un simple guiso, uno de los platos más accesibles en términos económicos, costó un 151% más, reduciendo la cantidad de porciones que una familia podía comprar. Mientras a fines de 2023 se podían preparar 74 porciones con el mismo presupuesto, para mediados de 2024 esa cantidad había caído a solo 54.
Además, el informe subraya que el desmantelamiento de políticas agroalimentarias en los primeros meses del gobierno de Javier Milei ha sido un factor clave en la profundización de esta crisis. La eliminación del apoyo a la Agricultura Familiar Campesina Indígena (ACFI) y la reducción de la asistencia estatal en programas alimentarios contribuyeron a una mayor concentración de la oferta en el mercado, beneficiando a grandes corporaciones a expensas de los pequeños productores y consumidores finales.
El impacto de estas políticas también se ha sentido en los espacios comunitarios. Comedores y huertas comunitarias, que tradicionalmente han brindado asistencia alimentaria a las familias más necesitadas, se han visto obligados a reducir tanto la cantidad como la calidad de las comidas que ofrecen. La falta de semillas y apoyo técnico para mantener estos proyectos también ha exacerbado la crisis.
Consecuencias económicas y sociales
Por otro lado, el estudio señala un aumento en la percepción negativa hacia las organizaciones sociales, lo que ha dificultado su labor en un contexto de creciente demanda. Federico Orchani, del CELS, advierte que la situación es crítica: «La economía real muestra que hay sectores que están saliendo a la calle porque no tienen otra opción». A su vez, la caída del consumo, el aumento del desempleo y el debilitamiento de la economía informal están empujando a más personas hacia la pobreza extrema.
Con un panorama cada vez más sombrío para los sectores más desprotegidos, el informe concluye que los esfuerzos del gobierno para aumentar las ayudas sociales no han sido suficientes para contrarrestar el impacto de una inflación desbocada. Mientras tanto, las organizaciones sociales y los espacios comunitarios continúan luchando por sobrevivir, en un contexto donde cada vez es más difícil garantizar el derecho básico a la alimentación.