Primavera y alergias: cómo manejar los síntomas de la estación
La llegada de la primavera trae consigo un aumento en las alergias respiratorias, especialmente debido al polen. Descubre cómo prevenir y manejar los molestos síntomas de esta temporada.
Con la primavera, el aire se llena de polen, y para muchas personas, esto significa un incremento en los síntomas de alergias respiratorias. Estornudos, congestión nasal y picazón son solo algunos de los malestares más comunes. Si bien estas alergias pueden presentarse a lo largo del año, es en esta estación cuando suelen intensificarse, afectando la calidad de vida de quienes las padecen.
El aumento en la cantidad de polen en primavera es el principal factor que desencadena las alergias estacionales. Árboles, pastos y malezas liberan millones de partículas microscópicas que, al entrar en contacto con el sistema respiratorio de personas alérgicas, generan una respuesta inmunológica inmediata. Entre los síntomas más comunes se encuentran la congestión nasal, la picazón en ojos y garganta, los estornudos y, en casos más severos, la dificultad para respirar y el asma.
El sistema inmunológico de quienes sufren de alergias reacciona de forma exagerada al percibir al polen como una amenaza, liberando histaminas que producen inflamación y otros síntomas característicos. Este fenómeno, conocido como rinitis alérgica, afecta a millones de personas en todo el mundo, y aunque existen tratamientos, la prevención es una de las mejores estrategias para evitar complicaciones.
Para reducir la exposición al polen, los expertos recomiendan algunas prácticas sencillas. Limitar las actividades al aire libre durante las horas de mayor concentración de polen (generalmente al amanecer y al atardecer) puede hacer una gran diferencia. Además, el uso de filtros antipolvo en sistemas de aire acondicionado y en los autos puede disminuir la cantidad de polen en espacios cerrados. Otro consejo útil es ventilar las habitaciones de la casa solo por cortos periodos y ducharse al llegar a casa para eliminar el polen acumulado en el cabello y la piel.
El uso de aplicaciones que monitorean los niveles de polen en el aire, como «Polen Control», permite a las personas alérgicas ajustar sus actividades al aire libre en función de los picos de polinización. También, las pruebas cutáneas realizadas por un alergólogo ayudan a identificar los tipos específicos de polen que desencadenan los síntomas, facilitando el tratamiento adecuado.
Para quienes experimentan síntomas moderados o graves, existen varios medicamentos que pueden proporcionar alivio. Los antihistamínicos no sedantes, como la loratadina o la cetirizina, son opciones comunes para reducir la congestión nasal y la picazón. Los corticoides intranasales también resultan efectivos en casos más persistentes, ya que ayudan a reducir la inflamación de las vías respiratorias. En personas con asma, los corticoides inhalados pueden ser necesarios para evitar ataques severos.
Otra alternativa a largo plazo es la inmunoterapia, un tratamiento que consiste en la exposición gradual a pequeñas cantidades del alérgeno para reducir la sensibilidad del cuerpo al polen. Aunque este tratamiento no es una solución inmediata, puede mejorar la calidad de vida de los pacientes a lo largo de los años.