La noche de los bastones largos: un capítulo oscuro en la historia de la educación Argentina

En 1966, la dictadura del general Juan Carlos Onganía intervino violentamente en cinco facultades de la Universidad de Buenos Aires, desatando una crisis que llevó al exilio a destacados académicos como César Milstein, futuro Premio Nobel de Medicina.

El 29 de julio de 1966 se llevó a cabo uno de los eventos más trágicos en la historia de la educación argentina, conocido como «La Noche de los Bastones Largos». En una operación ordenada por la dictadura militar del general Juan Carlos Onganía, la Policía Federal desalojó brutalmente a estudiantes, profesores y graduados que ocupaban cinco facultades de la Universidad de Buenos Aires (UBA) en protesta por la intervención y la anulación del régimen de gobierno universitario.

La intervención universitaria de Onganía fue una medida destinada a controlar las instituciones educativas, que eran vistas como focos de oposición y crítica hacia el régimen militar. La noche del 29 de julio, la policía irrumpió en las facultades de Ciencias Exactas, Filosofía y Letras, Arquitectura, Ingeniería y Medicina, golpeando y arrestando a cientos de estudiantes y docentes. Las imágenes de la represión, con policías armados de bastones largos golpeando a los manifestantes, se convirtieron en un símbolo de la violencia del régimen.

Este acto represivo no solo buscaba sofocar la protesta inmediata, sino también enviar un mensaje claro sobre la intolerancia del gobierno hacia cualquier forma de disidencia. La represión de esa noche provocó un éxodo masivo de académicos e intelectuales que, al no encontrar un espacio seguro y libre para su desarrollo profesional en Argentina, optaron por exiliarse. Entre ellos se encontraba César Milstein, quien se trasladó al Reino Unido y años más tarde, en 1984, recibió el Premio Nobel de Medicina por sus trabajos sobre los anticuerpos monoclonales.

La «Noche de los Bastones Largos» tuvo consecuencias profundas y duraderas para el sistema educativo y científico del país. La salida de tantos investigadores y docentes talentosos representó una pérdida incalculable para el desarrollo académico y científico de Argentina. A nivel internacional, este evento puso en evidencia la brutalidad del régimen de Onganía y el costo humano de sus políticas represivas.

Además de César Milstein, muchos otros académicos prominentes se vieron obligados a continuar sus carreras en el extranjero, contribuyendo a la fuga de cerebros que afectó seriamente el progreso de las ciencias en Argentina. Este evento también dejó una marca indeleble en la memoria colectiva del país, sirviendo como un recordatorio de los peligros que conlleva la intervención autoritaria en las instituciones educativas y la represión de la libertad de pensamiento.

La «Noche de los Bastones Largos» no solo significó un golpe violento contra la autonomía universitaria, sino que también desencadenó una diáspora de talento académico que tuvo repercusiones a largo plazo en la ciencia y la educación de Argentina. Hoy, recordamos este capítulo oscuro de nuestra historia como una advertencia sobre la importancia de defender la libertad académica y los derechos de expresión y asociación. La memoria de aquellos que sufrieron y lucharon en esa noche sigue viva, inspirando a las nuevas generaciones a valorar y proteger estos principios fundamentales.