Soberanía científica: el CONICET y la UBA exploran los abismos del Mar Argentino
A bordo del buque Falkor (too), 25 especialistas investigan ecosistemas que sobreviven sin luz solar a 4.500 metros de profundidad, en una misión clave para entender el cambio climático.
La ciencia argentina ha puesto en marcha una de sus misiones más ambiciosas de la última década. Bajo el nombre «Vida en los Extremos», un equipo de 25 investigadores del CONICET y la UBA se encuentra actualmente navegando frente a la costa bonaerense para desentrañar los secretos del talud continental. La expedición, que combina tecnología de vanguardia con investigación biológica y geológica, busca entender cómo prospera la vida en la oscuridad total del abismo marino.
Un laboratorio flotante frente a la Cuenca del Salado
Desde el inicio de la misión el pasado 14 de diciembre, el buque oceanográfico Falkor (too), perteneciente al Schmidt Ocean Institute, se ha convertido en el epicentro de la actividad científica regional. Este miércoles, el equipo liderado por la bióloga María Emilia Bravo se sitúa sobre la Cuenca del Salado, la primera etapa de un recorrido que los llevará hasta Puerto Madryn, explorando también las cuencas de Colorado-Rawson y Malvinas.
El objetivo técnico es ambicioso: cartografiar y estudiar el talud continental, esa zona donde la plataforma submarina argentina cae abruptamente hacia las profundidades oceánicas. Es allí donde la presión es extrema y la luz del sol no llega, creando un entorno que hasta hace pocos años era completamente desconocido.
Ecosistemas quimiosintéticos: vida sin sol
Lo que hace única a esta expedición es el enfoque en los ecosistemas quimiosintéticos. A diferencia de la vida terrestre o superficial que depende de la fotosíntesis, estos organismos abisales obtienen su energía de compuestos químicos.
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Metano como fuente de vida: La misión investiga cómo bacterias y moluscos procesan el gas metano que emana naturalmente del fondo marino.
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Regulación climática: El estudio es vital para la lucha contra el cambio climático. Estos ecosistemas funcionan como «filtros» biológicos que atrapan el metano —un gas de efecto invernadero mucho más potente que el CO₂— antes de que logre escapar a la atmósfera.
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Biodiversidad extrema: Ya se han registrado hallazgos de anémonas de tubo, corales de aguas frías y diversos organismos gelatinosos que habitan a más de 4.000 metros de profundidad.
El ROV SuBastian: ojos en el abismo en 4K
La herramienta fundamental de esta travesía es el ROV SuBastian, un robot submarino de última generación capaz de operar a profundidades de hasta 4.500 metros. Equipado con cámaras de resolución 4K, el SuBastian no solo recolecta muestras físicas con sus brazos mecánicos, sino que transmite imágenes en tiempo real.
Esta tecnología ha permitido que la misión sea un fenómeno global, transmitiéndose por streaming a través del canal de YouTube del Schmidt Ocean Institute. Los espectadores pueden observar, junto a los científicos, datos críticos como la temperatura del agua, las coordenadas exactas y el comportamiento de la fauna abisal en su estado natural, algo impensado para la ciencia argentina hace apenas una generación.
Ciencia para el futuro del planeta
La expedición «Vida en los Extremos», que culminará el 10 de enero de 2026, representa un hito en la colaboración entre el CONICET, la UBA y organismos internacionales. Más allá del valor biológico, los datos obtenidos permitirán a la Argentina fortalecer su conocimiento sobre los recursos naturales y los servicios ecosistémicos de su mar territorial. En un mundo amenazado por el calentamiento global, entender cómo el fondo oceánico procesa los gases de efecto invernadero es, más que una curiosidad científica, una necesidad estratégica para el diseño de políticas ambientales globales.
