La inversión extranjera en Argentina alcanza el peor momento en 22 años

Por primera vez desde 2003, la Inversión Extranjera Directa (IED) está en rojo. Entre enero y noviembre de 2025, la salida neta de capitales alcanzó los U$S 1.521 millones, una tendencia que condiciona las perspectivas de crecimiento económico planteadas por el Gobierno de Milei.

La inversión se desplomó 6% en el tercer trimestre de 2025, encadenando el segundo período consecutivo a la baja, de acuerdo con las últimas cifras publicadas por el INDEC. Este balance coincide con un dato demoledor que surge de la base de datos del Banco Central (BCRA): por primera vez en 22 años, la inversión extranjera directa (IED) en Argentina muestra un resultado negativo. Ambos reportes indican un deterioro en la Formación Bruta de Capital Fijo (FBCF) y una profunda desconfianza de los capitales externos en la economía argentina durante el primer año del Gobierno de Javier Milei.

El concepto de Formación Bruta de Capital Fijo (FBCF) se refiere a la inversión total en bienes duraderos (como maquinaria, edificios, y equipo de transporte) por parte de los productores para incrementar su capacidad productiva. Es un indicador clave para medir el crecimiento económico y la acumulación de capital en un país.

El quiebre: IED en negativo después de dos décadas

El dato más alarmante surge de la balanza de Inversión Extranjera Directa. Por primera vez desde 2003, la inversión extranjera directa (IED) se encuentra en rojo. Entre enero y noviembre de 2025, la salida neta de capitales alcanzó los U$S 1.521 millones, según cifras del BCRA.

Este dato representa un quiebre respecto de la evolución histórica reciente, ya que en los años anteriores la IED había mantenido un saldo positivo. Por ejemplo, el flujo anual promedió USD 3.235 millones entre 2016 y 2019. Sin embargo, ese flujo se redujo significativamente entre 2020 y 2023, con un promedio de USD 953 millones. La tendencia descendente se profundizó en 2025, consolidando una reversión en el movimiento de capitales y reflejando una pérdida neta de activos extranjeros en el país.

La retracción de la inversión externa responde a un proceso de desinversión activa por parte de empresas multinacionales en sectores estratégicos.

Sectores que lideran la desinversión

La desinversión por parte de capitales extranjeros se concentra en rubros clave de la economía, con implicancias directas sobre la producción y el empleo:

  • Energía: El rubro energético figura entre los más golpeados. Empresas de gran envergadura como ExxonMobil y Petronas han iniciado procesos para desprenderse de activos en el yacimiento de Vaca Muerta, mientras que TotalEnergies y Equinor también evaluaron alternativas similares en la provincia de Neuquén.

  • Consumo Masivo: Procter & Gamble concretó su salida del país mediante la venta de su operación local al grupo argentino Newsan, un movimiento que ilustra la reducción de la presencia de multinacionales en el mercado interno.

  • Telecomunicaciones: Telefónica de España transfirió su filial argentina a Telecom Argentina por U$S 1.245 millones, formando parte de un proceso más amplio de retiro de capital extranjero del sector de servicios.

La reducción de la presencia de multinacionales y el saldo negativo registrado en la IED marcan un punto de inflexión. La pérdida de activos y capitales es un síntoma de la incertidumbre macroeconómica y regulatoria que atraviesa el país.

La caída de la Formación Bruta de Capital Fijo (FBCF)

Más allá de la IED, el indicador interno de inversión, la FBCF, también mostró señales de alerta. Durante el tercer trimestre de 2025, la Formación Bruta de Capital Fijo, si bien creció 10,3% respecto del mismo período del año anterior, registró una caída del 6% frente al trimestre previo. Este descenso trimestral encadena el segundo período consecutivo a la baja, confirmando una retracción de la inversión doméstica.

El incremento interanual se explicó, principalmente, por el aumento en el rubro de maquinaria y equipo (+13,8%) y equipo de transporte (+27,7%). No obstante, al analizar los componentes, se observa una sustitución de producción nacional por importaciones:

  • Maquinaria y Equipo: El componente nacional descendió 6,6%, mientras que el componente importado creció 28,9%.

  • Equipo de Transporte: El componente nacional cayó 9,2%, mientras que el importado tuvo una variación espectacular del 164,9%.

Esto sugiere que la inversión se está sosteniendo en bienes importados, lo que podría generar dependencia tecnológica y presionar la demanda de divisas a futuro, mientras que la producción de capital nacional se retrae.

Implicancias para las proyecciones económicas del 2026

La tendencia a la baja en la inversión, tanto interna como externa, arroja serias dudas sobre las perspectivas de crecimiento económico que plantea el Gobierno de Milei para 2026, especialmente en relación con la creación de empleo formal.

El proyecto de reforma laboral estipula la creación de mecanismos, como el Fondo de Asistencia Laboral (FAL) y el Régimen de Incentivos a la Formalización Laboral (RIFL), que busca reducir contribuciones patronales para impulsar el empleo. De acuerdo con informes, cubrir el costo fiscal del FAL ($0,54$ del PBI) demandaría un aumento del empleo formal del 16% respecto a los 9,6 millones de asalariados actuales, lo que implica registrar 1,5 millones de nuevos trabajadores en el próximo año.

Alcanzar esta meta supondría un recorte de la tasa de informalidad de casi 10 puntos (pasando de $37,7\%$ a $27,9\%$). El interrogante central es si con una curva de inversiones extranjeras en rojo y la retracción en sectores empleadores de gran envergadura como la energía y el consumo, estas proyecciones de creación masiva de empleo son realistas. El escenario de desinversión actual hace que este objetivo sea, como mínimo, extremadamente difícil de cumplir.