El 50% de las empresas no puede pagar impuestos o proveedores ante la recesión
Casi la mitad de las empresas en Argentina enfrenta dificultades para pagar sus compromisos corrientes, priorizando salarios pero dejando de abonar impuestos (29,3%) y proveedores, mientras la producción cae por decimocuarta medición consecutiva.
La industria argentina en semáforo rojo: Contracción sin piso a la vista
El sector industrial argentino atraviesa un momento de extrema fragilidad, con una crisis de liquidez y actividad que se profundiza mes a mes. Según la IV Encuesta del año de la Unión Industrial Argentina (UIA), presentada en noviembre y basada en el relevamiento de más de 700 compañías, el panorama es sombrío.
El dato más alarmante es que el 47,5% de las empresas industriales admitió tener serias dificultades para afrontar al menos uno de sus pagos corrientes (impuestos, proveedores, servicios o créditos). Este porcentaje marca una tendencia creciente, reflejando el deterioro económico que ha colapsado la demanda interna.
El Monitor de Desempeño Industrial (MDI), el indicador clave de la actividad, se ubicó en 43,8 puntos. De esta manera, el MDI encadena su decimocuarta medición consecutiva en la temida zona de contracción (por debajo de los 50 puntos), confirmando que el parate productivo es la causa directa de la crisis financiera de las empresas.
La difícil elección de la supervivencia: Dejar de pagar impuestos y proveedores
La recesión ha obligado a las pequeñas y medianas empresas (pymes) a una dolorosa «elección de qué pagar» para mantenerse operativas. Aunque el pago de sueldos sigue siendo la prioridad, otras obligaciones financieras fundamentales están siendo sacrificadas:
Deuda creciente en el sector privado y público
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Impuestos: El 29,3% de las firmas reportó atrasos en el pago de sus obligaciones tributarias.
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Proveedores: El 26,7% ya no cumple en tiempo y forma con los pagos a sus proveedores, afectando la cadena de valor completa.
El informe de la UIA señala un pico histórico de vulnerabilidad: el 8,2% de las empresas encuestadas enfrenta problemas en todos los frentes a la vez (salarios, servicios, créditos e impuestos), el máximo nivel registrado en toda la serie histórica del estudio.
Caída de la demanda y ajuste de personal
Los números rojos son generalizados y muestran un ciclo recesivo que se alimenta de la falta de ventas y la consecuente reducción de la producción.
Desplome de la actividad
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Ventas internas: El 47,4% de las industrias vendió menos en el mercado interno que en el trimestre anterior. La «caída de la demanda» es, con un 41%, la principal preocupación manifestada por los empresarios.
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Producción: El 40,3% de las empresas debió reducir su nivel de actividad productiva. En contraste, solo el 21,3% pudo reportar algún tipo de crecimiento.
Empleo y capacidad ociosa
El ajuste económico se ha trasladado al mercado laboral. El 21% de las empresas redujo su plantilla de personal en octubre. Para evitar despidos directos, otras firmas aplicaron medidas paliativas pero dolorosas: un 23,5% implementó la reducción de turnos y un 7,7% llevó adelante suspensiones.
El informe expone la dramática capacidad ociosa del sector: el uso de la capacidad instalada promedio se ubica en un bajo 57,9%. Esto significa que casi la mitad de la maquinaria del país se encuentra parada, sin horizonte de reactivación.
Pesimismo de largo plazo: Adiós a la recuperación en 2026
La esperanza de una «lluvia de inversiones» o una recuperación rápida en el corto plazo, promesas esgrimidas por el Gobierno, fue categóricamente desmentida por las proyecciones de los industriales.
El dato más contundente sobre el pesimismo empresarial es que el 95,2% de las empresas proyecta que recién alcanzará su nivel óptimo de producción en 2026 o en años posteriores. Es decir, la industria no espera recuperar sus niveles de actividad prepandemia durante el próximo año.
Este freno en las expectativas se traduce en una paralización de la inversión. La intención de invertir en nueva maquinaria, bienes de uso y tecnología cayó en todos los rubros respecto a mediciones anteriores. Con el mercado interno desplomado y sin un horizonte claro de mejora, los industriales han pasado de la cautela a una estricta estrategia de supervivencia.
