Día de las Personas con Discapacidad: ¿Por qué se celebra el 3 de diciembre?

Este 3 de diciembre se conmemora el Día Internacional de las Personas con Discapacidad. El propósito de este día es proteger los derechos de este colectivo, que representan un 15% de las personas a nivel mundial.

Cada 3 de diciembre, el mundo conmemora el Día de las Personas con Discapacidad 2024, una jornada que trasciende la mera efeméride para convertirse en un llamamiento global a la acción. Lejos de ser una celebración festiva, esta fecha representa una oportunidad crítica para evaluar el estado de los derechos humanos, la accesibilidad y la integración real de más de mil millones de personas en todo el planeta. Pero, ¿por qué se eligió específicamente este día y cuál es la urgencia de su mensaje en el contexto actual?

La elección del 3 de diciembre no fue azarosa. Responde a una resolución histórica de la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) que marcó el fin de una década de esfuerzos preliminares y el inicio de una nueva era en la lucha por la igualdad de oportunidades. En 2024, el foco se centra en el liderazgo y la capacidad de las personas con discapacidad para impulsar un futuro inclusivo y sostenible.

El origen: la Resolución 47/3 de 1992

Para entender el porqué de la fecha, debemos remontarnos a 1992. Al concluir el «Decenio de las Naciones Unidas para los Impedidos» (1983-1992), un periodo destinado a sensibilizar y tomar medidas, la Asamblea General de la ONU decidió que era necesario establecer un hito anual que mantuviera viva la agenda de inclusión.

Mediante la resolución 47/3, se proclamó el 3 de diciembre como el Día Internacional de las Personas con Discapacidad. El objetivo fundacional fue claro: promover los derechos y el bienestar de las personas con discapacidades en todas las esferas de la sociedad y el desarrollo, así como concienciar sobre su situación en todos los aspectos de la vida política, social, económica y cultural.

Antes de esta fecha, la discapacidad era tratada mayoritariamente desde un enfoque médico o asistencialista. La instauración de este día ayudó a consolidar el «modelo social», que entiende que la discapacidad no es una limitación intrínseca del individuo, sino el resultado de la interacción entre las deficiencias de una persona y las barreras (físicas y actitudinales) que la sociedad impone.

Datos que exigen acción

La relevancia del 3 de diciembre se sustenta en cifras contundentes que exponen la magnitud del desafío. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se estima que más de 1.300 millones de personas —aproximadamente el 16% de la población mundial— experimentan alguna discapacidad significativa a lo largo de su vida. A menudo se refieren a este colectivo como «la minoría más amplia del mundo».

Sin embargo, las estadísticas revelan una brecha persistente:

  • Las personas con discapacidad tienen mayores tasas de desempleo y pobreza.

  • En muchos países, el acceso a la educación inclusiva sigue siendo un privilegio y no un derecho garantizado.

  • La accesibilidad física y digital continúa siendo una asignatura pendiente en grandes urbes y entornos rurales por igual.

Más allá de la efeméride

El Día de las Personas con Discapacidad sirve también para recordar la vigencia de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, aprobada en 2006. Este tratado internacional cambió el paradigma legal, obligando a los Estados partes a adaptar sus legislaciones para garantizar la no discriminación.

Celebrar el 3 de diciembre implica reconocer que la inclusión no es solo un acto de justicia social, sino una inversión en el capital humano. Una sociedad que elimina barreras es una sociedad que aprovecha el talento de todos sus miembros. Desde la adaptación de puestos de trabajo hasta el diseño universal en la arquitectura y la tecnología, cada paso cuenta para construir un entorno donde la diversidad sea la norma y no la excepción.

En definitiva, esta fecha nos invita a cuestionar nuestros propios sesgos y a trabajar activamente, desde el lugar que ocupemos, para que la plena participación sea una realidad palpable y no solo una aspiración anual.