El Comandante Inolvidable: Ricardo Fort, el hombre que nos enseñó que la vida es un gran show

A 12 años de su partida, el espíritu indomable de Ricardo Fort sigue vivo. Recordamos al empresario excéntrico que rompió la televisión argentina con su carisma, su lema "¡Mamá, cortaste toda la loooz!" y su lucha personal contra el dolor.

El fenómeno Fort: Un huracán que cambió la televisión (¡Basta!)

Hay personajes que pasan por la televisión y hay fenómenos que la transforman para siempre. Ricardo Aníbal Fort fue un huracán. Nacido bajo el manto de la fábrica de chocolates Felfort, decidió que su vida no sería solo heredar, sino crear un show propio, y lo hizo con mayúsculas y diamantes.

A 12 años de su partida, el 25 de noviembre de 2013, la memoria colectiva no solo recuerda al millonario que pagaba sus lujos en efectivo, sino al hombre que nos regaló frases icónicas, pasajes inolvidables de humor involuntario y una autenticidad brutalmente refrescante. Ricardo nos enseñó que la vida, con sus luces y sus sombras, merecía ser vivida con la máxima intensidad posible.

Su irrupción en la televisión no fue discreta; fue una explosión de excentricidad que generó amor incondicional y fascinación. Sus dramas, sus amores, sus viajes a Miami y sus célebres custodios eran parte de una telenovela real y sin guion que lo convirtió en el «Comandante» y en un ícono de la cultura popular argentina.

La lucha silenciosa detrás de la fama

Detrás del showman invencible se escondía un hombre que libraba una batalla mucho más dura que cualquier escándalo mediático: la guerra contra el dolor crónico. Durante años, Ricardo Fort sufrió intensamente a causa de múltiples problemas de rodilla y columna.

El baile, el gimnasio y la búsqueda de la perfección estética se cobraron un precio altísimo. Sus intervenciones quirúrgicas y su dependencia de la morfina auto recetada eran el telón de fondo de su vida, un sufrimiento constante que, aunque a veces eclipsado por el brillo de las cámaras, era su realidad más íntima.

El 21 de noviembre de 2013, su ingreso al Sanatorio de la Trinidad para tratar una fractura y sus dolencias crónicas fue el último capítulo de esa lucha. Cuatro días después, su vida se apagó.

El legado que la justicia no pudo borrar

La intensa batalla judicial que siguió a su muerte, con acusaciones de mala praxis a diez médicos, fue un intento por encontrar una explicación a un final tan inesperado. Aunque la Justicia determinó finalmente que el deceso fue por un evento coronario súbito en el marco de una infección, la conclusión de los expedientes no cambió la huella que dejó en el público.

Ricardo Fort dejó un legado de risas, un profundo amor por sus hijos y la prueba de que, incluso en el momento de mayor vulnerabilidad, se puede elegir vivir la vida como una estrella de rock.

Hoy, a 12 años de que nos dijera «¡Basta!», recordamos al Comandante no con dolor, sino con la alegría y la energía desbordante que él siempre proyectó. El show terminó, pero el mito de Ricardo Fort es irreversible e inolvidable. ¡Un grande!