Más del 70% de argentinos adultos sufre las consecuencias de una mala alimentación

Un 73% de los adultos argentinos tiene exceso de peso, confirmando la "doble carga de malnutrición", donde coexisten déficits nutricionales con obesidad. La dieta de alta densidad calórica, rica en azúcares y grasas, está desplazando a alimentos esenciales. La crisis de salud requiere políticas públicas, educación y un cambio de enfoque libre de estigmas, según expertos.

La «Doble Carga de Malnutrición»: una crisis de salud en Argentina

Argentina enfrenta una grave crisis alimentaria que se manifiesta en lo que los especialistas denominan la «doble carga de malnutrición»: la coexistencia de déficits nutricionales (como la falta de micronutrientes) junto con un acelerado aumento del sobrepeso y la obesidad en todos los grupos etarios.

Según estimaciones del Atlas Mundial de la Obesidad 2025, el panorama es alarmante: cerca del 73% de los adultos en Argentina tiene exceso de peso, y de ellos, alrededor del 39% padece obesidad. Estas cifras no solo posicionan al país como uno de los de más rápido crecimiento en prevalencia de obesidad en América Latina, sino que confirman un problema estructural en la dieta de la población.

Los doctores César Casavola y Cecilia de Pizzol, del Hospital Alemán, enfatizan que en muchos hogares argentinos, especialmente aquellos de menores ingresos, se priorizan los alimentos de alta densidad calórica y bajo valor nutritivo, ricos en azúcares, grasas y sodio, que resultan más accesibles económicamente, desplazando el consumo de frutas, verduras y legumbres.

Impacto en niños y adolescentes

Los más jóvenes no escapan a esta tendencia. Datos del Ministerio de Salud de la Nación (2024) muestran que el 41.1% de los niños y adolescentes de entre 5 y 17 años sufre de sobrepeso u obesidad. Incluso entre los menores de cinco años, el exceso de peso afecta al 13.6%. En paralelo, la baja ingesta de micronutrientes esenciales como hierro, zinc o vitamina A sigue siendo un problema grave en la infancia, lo que repercute directamente en el crecimiento, la inmunidad y el desarrollo cognitivo.

Enfermedades asociadas y el riesgo de mortalidad

Los especialistas advierten que una dieta desequilibrada tiene consecuencias directas y devastadoras en la salud. Las enfermedades crónicas no transmisibles (ECNT), como la diabetes tipo 2, la hipertensión arterial, las patologías cardiovasculares y ciertos tipos de cáncer, son hoy responsables de más del 70% de las muertes en el país.

El exceso de peso es el principal factor de riesgo para la aparición de diabetes tipo 2, una afección que cada vez afecta a personas más jóvenes. De igual forma, una dieta pobre en fibra, frutas y rica en sodio y grasas saturadas, favorece la hipertensión y las enfermedades cardiovasculares, que son las que más contribuyen a la mortalidad y a la pérdida de años de vida saludable.

A estas se suma el crecimiento sostenido del hígado graso no alcohólico, una enfermedad silenciosa vinculada al síndrome metabólico que puede degenerar en daño hepático severo si no se detecta a tiempo.

La otra cara de la crisis: Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA)

Mientras la obesidad se presenta como la cara más visible de la malnutrición, los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA), como la anorexia nerviosa, la bulimia y el trastorno por atracón, crecen silenciosamente, especialmente en jóvenes.

Los TCA son patologías complejas que requieren un abordaje interdisciplinario (médico, nutricional y psicológico). Se caracterizan por una relación alterada con la comida y la imagen corporal que, además de generar riesgos físicos (desnutrición, alteraciones cardíacas), tienen consecuencias severas en la salud mental como ansiedad y depresión. La detección temprana de señales de alarma (cambios bruscos de peso, conductas obsesivas) resulta fundamental para un tratamiento exitoso.

Nuevo enfoque: Más allá del Índice de Masa Corporal (IMC)

La ciencia médica ha avanzado en la comprensión de la obesidad, estableciendo una distinción crucial entre:

  1. Obesidad preclínica: Exceso de grasa corporal sin afectación funcional evidente, aunque con alto riesgo de desarrollar ECNT.
  2. Obesidad clínica: Exceso de adiposidad que ya ha provocado alteraciones significativas en la función de los órganos o limita la capacidad funcional del paciente.

Este nuevo paradigma busca ir más allá del Índice de Masa Corporal (IMC) como único indicador, permitiendo identificar tempranamente el exceso de grasa y aplicar intervenciones personalizadas y más efectivas para la prevención de complicaciones.

Abordaje colectivo: Políticas públicas y fin del estigma

La doctora Virginia Busnelli, presidenta de la Sociedad Argentina de Nutrición (SAN), insiste en que la obesidad es una problemática de salud con múltiples causas (genéticas, metabólicas, psicológicas y ambientales) y no una «falta de voluntad», como el 40% de los adultos con exceso de peso creen, según un relevamiento reciente de la SAN.

Es crucial desterrar el estigma, dado que 9 de cada 10 personas con sobrepeso u obesidad afirman haber sufrido discriminación, lo que dificulta la búsqueda de tratamientos adecuados.

Frente a esta crisis colectiva, las políticas públicas desempeñan un rol clave. En 2022, entró en vigencia la Ley N.º 27.642 de Etiquetado Frontal, una medida que busca desalentar el consumo de ultraprocesados con exceso de azúcares, grasas o sodio. No obstante, los expertos coinciden en que se requiere un esfuerzo conjunto que incluya:

  • Reforzar la educación nutricional.
  • Mejorar el acceso a alimentos frescos.
  • Promover un estilo de vida saludable que incluya actividad física, horas de sueño adecuadas y gestión emocional.

Los problemas alimentarios en la Argentina superan las elecciones individuales, estando determinados por factores económicos, sociales y culturales. La buena alimentación, concluyen los expertos, no es un lujo, sino un derecho y una inversión ineludible en la salud pública.