El consumo se contrae: Caída del 6,3% en ventas mayoristas y señales de alerta en supermercados
Las ventas en supermercados muestran un freno mensual a pesar del leve crecimiento interanual, mientras que los autoservicios mayoristas profundizan su caída, con un desplome del 6,3% en julio.

Los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) revelan un panorama económico complejo, con señales de desaceleración en el consumo. En julio, las ventas en autoservicios mayoristas sufrieron una fuerte contracción interanual del 6,3%, un retroceso que se agrava al analizar el acumulado del año. En paralelo, los supermercados, aunque lograron un crecimiento interanual del 1,0%, mostraron un retroceso mensual, indicando un freno en el gasto de los hogares. Este escenario de ventas divergentes y la escalada de precios en rubros esenciales como carnes y alimentos plantean interrogantes sobre la capacidad de compra de la población en un contexto de inflación.
Un consumo que se frena: La caída de las ventas mayoristas
El sector de los autoservicios mayoristas, que a menudo sirve de termómetro para el consumo de pequeños comerciantes y familias que buscan precios más bajos, ha sido el más afectado. Según el Indec, las ventas en estos establecimientos no solo cayeron un 0,8% en julio respecto a junio, sino que también acumularon una preocupante baja del 6,5% en los primeros siete meses de 2025 en comparación con el mismo período del año anterior. La marcada caída interanual del 6,3% en julio evidencia una persistente contracción que afecta a un segmento clave del mercado.
La suba de precios en este sector también es notoria. Los rubros que registraron los mayores incrementos de precios corrientes interanuales en los mayoristas fueron la carne, con un alza del 58,3%; la indumentaria, con un 39,0%; la panadería, con un 25,7%; y el almacén, con un 24,1%. Estos aumentos, que superan en algunos casos el crecimiento nominal de los ingresos, pueden estar directamente relacionados con la disminución de la demanda y la menor capacidad de compra de los consumidores y pequeños negocios que abastecen.
Los supermercados resisten, pero con señales de alarma
A diferencia de los mayoristas, los supermercados lograron un resultado interanual más favorable, con un aumento del 1,0% en julio respecto al mismo mes de 2024. Sin embargo, este dato positivo no debe opacar la caída mensual del 2,1% en la serie desestacionalizada. Este retroceso en las ventas de un mes a otro es un indicio de que los consumidores están ajustando sus presupuestos y priorizando sus gastos, a pesar de que el acumulado anual de enero a julio aún muestra una variación positiva del 3,5%.
Los rubros con mayores aumentos de precios en los supermercados reflejan tendencias similares a las del sector mayorista, con la carne liderando las subas. Las categorías que más se encarecieron en la comparación interanual fueron la carne, con un incremento del 60,9%; los alimentos preparados y rotisería, con un 45,2%; y la indumentaria, calzado y textiles para el hogar, con un 43,7%. Estos datos confirman la presión inflacionaria sobre los bienes de consumo básico y cómo esta se traslada directamente al bolsillo de los argentinos, impactando en las decisiones de compra.
Un mercado con rumbos dispares
Los datos del Indec reflejan un mercado de consumo con señales claras de divergencia. Mientras los supermercados logran mantener un crecimiento interanual, impulsado probablemente por la necesidad de adquirir productos de consumo masivo de manera cotidiana, los mayoristas se encuentran en una profunda contracción. Este comportamiento diferencial podría estar mostrando una polarización en el gasto, donde las compras de mayor volumen, que suelen realizarse en los mayoristas, se ven más afectadas por la incertidumbre económica y la inflación.
La caída generalizada del consumo en el canal mayorista y la desaceleración en los supermercados indican que las familias están replanteando sus estrategias de compra y limitando los gastos no esenciales. La constante suba de precios, especialmente en rubros sensibles como alimentos y vestimenta, presiona los presupuestos familiares y se traduce en una menor cantidad de productos adquiridos, una tendencia que, de consolidarse, podría impactar negativamente en la actividad económica en los próximos meses.