El alzheimer en menores de 65: Un diagnóstico más complejo y de progresión más rápida
El alzhéimer no es solo una enfermedad de la vejez. Descubre por qué puede afectar a menores de 65 años, cuáles son los síntomas y el desafío de un diagnóstico temprano.

Aunque la enfermedad de Alzheimer se asocia principalmente con la tercera edad, un creciente número de casos de inicio precoz está llamando la atención de los especialistas. Este tipo de alzheimer, que se presenta en personas menores de 65 años, representa entre el 60% y 70% de los casos de demencia en todo el mundo y presenta desafíos particulares, tanto en el diagnóstico como en el tratamiento. Los expertos advierten que, a diferencia de la enfermedad en adultos mayores, en estos casos la progresión suele ser más rápida y sus síntomas iniciales son a menudo confundidos con otras afecciones.
Según la Fundación Instituto Leloir, en Argentina cerca de 500 mil personas padecen alzhéimer, y casi 40 millones a nivel global. En la gran mayoría de los casos, la enfermedad se diagnostica en adultos mayores de 65 años. Sin embargo, en un 10% de los casos, la enfermedad se manifiesta antes de esa edad, e incluso, se han documentado casos en personas de 30 o 35 años. Un ejemplo reciente que conmocionó a la comunidad médica fue el de un joven chino de 19 años diagnosticado en 2023, cuyos síntomas comenzaron a manifestarse a los 17.
¿Por qué aparece el alzheimer en personas jóvenes?
Los especialistas coinciden en que el factor genético juega un papel crucial en los casos de alzhéimer de inicio temprano. «En la mayoría de los casos que se presentan después de los 65 años, no hay una causa genética clara. Sin embargo, cuando el comienzo es temprano, sí está asociado a mutaciones en genes específicos», explica el neurólogo Nicolás Irureta.
Otros factores de riesgo que pueden influir en el desarrollo de la enfermedad a una edad temprana incluyen condiciones de salud como la hipertensión arterial, diabetes, altos niveles de colesterol y triglicéridos, tabaquismo, obesidad, sedentarismo, mala nutrición, insomnio y enfermedades psiquiátricas. Todos estos elementos pueden contribuir a la aparición de la enfermedad y acelerar su progresión.
Síntomas atípicos y el desafío del diagnóstico
Una de las principales dificultades del alzheimer de inicio precoz es que sus síntomas iniciales difieren de los que se manifiestan en los pacientes mayores. Mientras que en estos últimos el cuadro clásico incluye pérdida de memoria a corto plazo, desorientación y problemas para realizar tareas cotidianas, en personas más jóvenes el trastorno se puede manifestar de forma diferente.
Según el neurólogo Nicolás Irureta, los primeros síntomas en pacientes jóvenes a menudo se confunden con trastornos del estado de ánimo como la depresión, o con problemas de conducta y del lenguaje. «A menudo, las fallas en el habla o los trastornos visuales son las primeras señales, y los problemas de memoria, que son la marca distintiva del alzhéimer, aparecen mucho después», señala. Esta diferencia hace que el diagnóstico sea más complicado y, en muchos casos, se retrase, lo que provoca que los pacientes reciban tratamiento en etapas avanzadas de la enfermedad.
Además, el especialista subraya que la enfermedad progresa con mayor rapidez en los casos de inicio temprano. «En pacientes jóvenes, la enfermedad avanza muy rápido, y en solo dos o tres años puede llegar a etapas muy avanzadas», alerta Irureta, destacando la seriedad de este tipo de diagnóstico.
Tratamientos y el impacto en el entorno familiar
Si bien no existe una cura definitiva, los avances médicos ofrecen esperanza. El neurólogo Hugo Valderrama menciona que los tratamientos farmacológicos más recientes buscan reducir la acumulación de la proteína beta amiloide, un factor clave en la fisiopatología de la enfermedad. Estos nuevos fármacos, aplicados en etapas tempranas, han demostrado modificar la evolución de manera favorable, aunque su disponibilidad aún es limitada y en muchos países están en fase de investigación. A su vez, se enfatiza la importancia de tratamientos no farmacológicos, como la kinesiología, la estimulación cognitiva y el ejercicio físico.
El alzheimer de inicio precoz no solo afecta al paciente, sino que impone una carga emocional y social muy pesada para sus familiares, especialmente si se trata de personas jóvenes. «Los que más sufren son los familiares, ya que el paciente no suele ser consciente de lo que le sucede», explica Irureta. Además, menciona el caso de un padre de 55 años, con hijos adolescentes, para ilustrar el peso que esta enfermedad coloca sobre las familias. El diagnóstico genera desafíos sociales únicos para los jóvenes, que a menudo se sienten fuera de lugar al compartir espacios de terapia con personas de mayor edad.