La incansable búsqueda de Rosa Roisinblit: El adiós a una de las fundadoras de Abuelas de Plaza de Mayo

Rosa Roisinblit, una de las figuras más emblemáticas y presidentas honorarias de Abuelas de Plaza de Mayo, falleció a los 106 años. Su vida estuvo marcada por la incansable búsqueda de su nieto y su lucha por los derechos humanos, convirtiéndola en un símbolo de resiliencia y esperanza.

El pasado 15 de agosto, la Argentina despidió a una de sus figuras más emblemáticas y queridas: Rosa Tarlovsky de Roisinblit, presidenta honoraria de Abuelas de Plaza de Mayo. A los 106 años, «Rosita» o «Site», como la llamaban sus seres queridos, se fue habiendo cumplido el sueño de encontrar a su nieto, pero con la convicción de seguir luchando por los cientos de bebés apropiados que aún faltan por restituir. Su legado no es solo el de una abuela que encontró a su nieto, sino el de una mujer que transformó su dolor en una fuerza colectiva de amor y resistencia.

Una vida de compromiso y lucha

Nacida en Moisés Ville, Santa Fe, en 1919, Rosa Roisinblit se formó como obstetra en la Universidad Nacional del Litoral, una carrera que la llevaría a ser jefa de parteras en la Maternidad Escuela de Obstetricia de Rosario. Su vida dio un giro radical en 1978, cuando la dictadura militar secuestró a su hija, Patricia, y a su yerno, José Manuel Pérez Rojo. En ese momento, Patricia estaba embarazada. La dictadura, un mecanismo de terror y aniquilamiento, no solo se llevó la vida de miles de jóvenes, sino que también se propuso borrar su identidad, apropiándose de sus hijos.

El terror y el miedo no la detuvieron. «El amor por nuestros hijos y nietos está por encima del miedo», una frase que Rosa repitió a lo largo de los años, encapsula el espíritu inquebrantable de las Abuelas. Se unió a la asociación, convirtiéndose en una de sus máximas dirigentes. A pesar de su avanzada edad, su compromiso nunca flaqueó.

El encuentro que cambió su vida

En el año 2000, gracias a la incansable labor de Abuelas de Plaza de Mayo y a una denuncia recibida, Rosa finalmente encontró a su nieto, Guillermo. Este encuentro fue posible también por la colaboración de su nieta, Mariana Eva Pérez, hija de Patricia y José. La restitución de la identidad de Guillermo fue un momento de inmensa felicidad, pero no significó el fin de la lucha para Rosa.

A pesar de haber encontrado a su nieto, Rosita continuó asistiendo diariamente a la sede de Abuelas. Con la misma energía que la caracterizaba, y sin perder su coquetería, que la hacía lucir siempre con tacones, siguió trabajando en la búsqueda de los más de 300 nietos que aún faltan por encontrar. En el organismo, donde fue reconocida como presidenta honoraria, dejó una marca imborrable de compromiso y perseverancia. «Nos faltan encontrar 300 nietos, pero los estamos buscando y los vamos a encontrar», solía decir.

El legado de Rosa Roisinblit es un faro de esperanza. Su vida es la prueba de que el amor puede ser una fuerza más poderosa que el odio y que la búsqueda de la verdad y la justicia no tiene fecha de vencimiento. Su partida es un recordatorio de que la lucha continúa y que las nuevas generaciones tienen la responsabilidad de seguir el camino que ella y sus compañeras trazaron con tanto coraje y determinación.