La crisis alimentaria en Argentina: la mesa familiar se achica y pierde nutrientes

La pérdida del poder adquisitivo en Argentina fuerza a los hogares a sustituir alimentos nutritivos por opciones más económicas y de menor calidad, afectando la salud y el bienestar.

La crisis económica que atraviesa Argentina ha llevado a una alarmante pérdida de poder adquisitivo, impactando directamente en la alimentación de millones de familias. Un relevamiento nacional reciente revela que, ante el aumento de precios y la caída de los ingresos, los hogares se ven obligados a modificar su dieta, privilegiando productos de bajo costo y alta densidad calórica, en detrimento de los esenciales como carnes magras, lácteos, frutas y verduras. Esta realidad, que convierte la alimentación en un factor de exclusión, plantea un serio riesgo para la salud pública y el desarrollo de la población.

La mesa argentina: menos nutrientes, más carbohidratos

La situación económica ha transformado radicalmente los hábitos de consumo de los hogares argentinos, alejándolos de las recomendaciones nutricionales. Los datos recopilados por el Instituto de Estadísticas y Tendencias Sociales y Económicas (IETSE) confirman un panorama de subalimentación en rubros vitales. Mientras se observa un déficit crítico en la ingesta de proteínas, vitaminas, minerales y fibras, hay un notable sobreconsumo de productos a base de harina, panificados y azúcar. Este desequilibrio nutricional incrementa el riesgo de enfermedades como la obesidad infantil, la diabetes y las afecciones cardiovasculares.

Este patrón de consumo responde estrictamente a la necesidad de subsistir con los recursos disponibles. La brecha estructural entre la dieta real y la recomendada es un reflejo de que el precio y la accesibilidad de los alimentos, y no la preferencia, son los factores que determinan lo que se consume. Este problema es especialmente grave en los sectores más vulnerables, que dependen de productos ultra-procesados y de bajo valor nutritivo para saciar el hambre, perpetuando un ciclo de inseguridad alimentaria y problemas de salud.

Radiografía del consumo: estrategias de supervivencia

El relevamiento del IETSE, que abarcó más de 3.700 encuestas en todo el país, ofrece una visión detallada de cómo las familias están adaptando su dieta:

  • Proteínas: El consumo se concentra en pollo fresco y sus subproductos, en lugar de carnes rojas, que son más costosas. Esta configuración es un claro ejemplo de cómo la accesibilidad económica determina las elecciones. Los huevos también han visto un aumento en su consumo, actuando como un sustituto más accesible a la leche como fuente de proteínas, aunque sin su aporte de calcio.
  • Frutas y verduras: Existe un déficit generalizado en el consumo de frutas como banana, manzana y pera, con reducciones superiores al 50%. En contraste, aumenta el consumo de hortalizas de bajo costo como la papa y la cebolla. El tomate envasado, con un incremento del 140%, funciona como reemplazo del tomate fresco, por ser más rendidor y económico.
  • Harinas y legumbres: El consumo de pan y fideos secos excede las recomendaciones, lo que refleja una dieta de alta densidad calórica que busca generar saciedad a un costo bajo, pero con un menor aporte de fibra y micronutrientes esenciales.
  • Lácteos: La tendencia predominante es la disminución en el consumo de leche fluida, yogur y quesos, con déficits que alcanzan hasta el 59% en algunos casos.

La yerba mate: un actor inesperado en la dieta de crisis

El análisis también destaca el rol de la yerba mate, que con una participación del 13%, se posiciona como un producto sustituto de otros alimentos y bebidas. Este consumo, junto al del azúcar (con un 45% por encima de lo recomendado), evidencia que las familias están recurriendo a productos económicos que proveen energía rápida, pero carecen del valor nutricional de los alimentos que reemplazan.

La investigación del IETSE concluye que esta profunda brecha estructural entre la dieta real y la recomendada debe ser una «alerta para el diseño de políticas públicas orientadas a mejorar el poder adquisitivo de las familias argentinas». Es vital que se implementen medidas que garanticen el acceso a alimentos esenciales y nutritivos. La situación actual no solo compromete la salud de la población, sino que también subraya la urgente necesidad de abordar la crisis alimentaria como una prioridad nacional.