Quiebre del tejido productivo: El cierre de 15 mil empresas en la era Milei

Las políticas económicas del gobierno de Javier Milei han provocado el cierre de más de 15.000 empresas desde su asunción. El fenómeno afecta a industrias, comercios y pymes, además de generar desempleo.

Lejos de impulsar el crecimiento y la producción, las políticas económicas implementadas por la gestión de Javier Milei han provocado un profundo impacto en el entramado productivo argentino. Desde su asunción, se ha registrado un cierre masivo de empresas, con un número que supera las 15.000 unidades, afectando de manera directa a miles de trabajadores y desmintiendo el discurso oficial que prometía una pronta reactivación. Esta crisis se manifiesta en la pérdida de empleo, la reducción del consumo y una recesión que se consolida en las principales provincias productivas del país.

Desde que Javier Milei asumió la presidencia en diciembre de 2023, los datos de organismos empresariales y estudios privados, como los de ENAC e IPA, han documentado la alarmante tendencia del cierre de empresas. Se estima que más de 15.500 empresas han bajado sus persianas, un panorama que contrasta drásticamente con la promesa de «liberar el mercado». La caída no discrimina rubros, afectando a industrias, comercios y pymes, pilares fundamentales de la economía nacional. Distritos clave como Buenos Aires, Córdoba y la Ciudad de Buenos Aires lideran las estadísticas de cierres, reflejando el impacto directo de la recesión.

Este fenómeno se explica, en gran medida, por la caída del consumo interno, la cual se ve agravada por la pérdida del poder adquisitivo de los salarios. La eliminación de subsidios, el aumento de tarifas y la escalada inflacionaria golpearon directamente a la demanda, dejando a las empresas sin el principal motor de crecimiento. A esta situación se suma la supuesta «apertura al mundo» que, en la práctica, se tradujo en una ola de importaciones que compiten de forma desleal con la producción local, ahogando a las industrias que no pueden competir con precios y costos.

Empleo en retroceso

El cierre de empresas ha tenido una correlación directa y negativa en el mercado laboral. Los números desmienten la promesa oficial de que el sector privado absorbería a los trabajadores despedidos del Estado, ya que la crisis ha provocado una destrucción de puestos de trabajo a gran escala. Desde noviembre de 2023, se han perdido casi 100 mil empleos privados registrados, según algunas fuentes, con la industria y la construcción como los sectores más castigados. La paralización de la obra pública, una de las primeras medidas del gobierno, fue un golpe devastador para la construcción y sus industrias asociadas, dejando a miles de personas sin trabajo.

A su vez, la desocupación ha ido en aumento y, según un informe del Observatorio IPA, la situación se asemeja a los niveles de cierre de pymes industriales que se vieron durante la pandemia de 2020. Aunque la inflación muestra una desaceleración, no logra reactivar la demanda. Por su parte, las reservas del Banco Central crecen a través del endeudamiento y no por medio de un aumento genuino de las exportaciones. Todo ello evidencia un escenario de «estabilización parcial» que no se siente en la mayoría de los hogares argentinos.

Un futuro incierto para el sector productivo

El panorama actual plantea serios interrogantes sobre la viabilidad del modelo económico implementado. El gobierno ha insistido en su plan de ajuste y desregulación, pero la realidad muestra un tejido productivo cada vez más debilitado. Las pymes, que representan la mayoría de los empleadores en Argentina, son las más vulnerables a las condiciones macroeconómicas actuales, como la alta presión fiscal, la falta de financiamiento y la competencia de las importaciones.

Para revertir la situación, las cámaras empresariales han comenzado a reclamar un cambio de rumbo en las políticas, solicitando un plan de desarrollo productivo y medidas que fortalezcan el mercado interno. Mientras tanto, las provincias con un perfil extractivo, como las vinculadas a la minería y los hidrocarburos, muestran una mayor resistencia, pero no logran compensar la pérdida de empleos y el consumo en los sectores productivos más tradicionales. La situación subraya la necesidad de un enfoque que equilibre la estabilidad macroeconómica con el cuidado del entramado productivo y el empleo, un desafío clave para el futuro del país.