Despidos de la era Milei alimentan un récord de informalidad laboral
En el último año, casi 400.000 personas pasaron a una situación de desprotección laboral, el valor más alto en la serie histórica, reflejando el impacto de la recesión y las políticas económicas del actual gobierno.

En el último año de la administración de La Libertad Avanza, la situación laboral en Argentina ha alcanzado un punto crítico. La combinación de una profunda recesión económica, la pérdida de empleos formales y la flexibilización de las regulaciones laborales ha empujado a casi 400.000 personas a la informalidad. Según datos del Instituto Argentina Grande (IAG), se registraron 390.000 nuevos trabajadores en situación de desprotección laboral, lo que representa un aumento del 7% en un año. Este es el valor más alto registrado para un primer trimestre en la serie histórica (2017-2025).
A pesar de que la Encuesta de Indicadores Laborales (EIL) reportó una modesta suba del 0,1% en el nivel de empleo para el mes de junio, la dinámica del mercado laboral sigue estancada. Los despidos se mantienen por encima del promedio de 2022-2023, y la economía no logra generar la cantidad suficiente de puestos de trabajo de calidad. Esto ha provocado un fenómeno alarmante: por cada 100 trabajadores que pierden su empleo, solo uno o dos logran reinsertarse en la actividad formal.
Radiografía del desamparo laboral
La “desprotección” laboral, que se refiere a los trabajadores sin aportes, sin estabilidad y con bajos ingresos, ha escalado al 44,1% de la fuerza laboral. Este aumento, con 390.000 personas adicionales en condiciones precarias, es un claro reflejo del deterioro del mercado de trabajo. El informe del IAG destaca que el grupo más afectado por este fenómeno son las mujeres mayores de 66 años, cuya tasa de desprotección creció un 14,6% en el último año. Esto coincide con una retracción del 23% de las mujeres de este grupo etario del sector público, muchas de las cuales enfrentan haberes jubilatorios cada vez más ajustados.
Paralelamente, la tasa de trabajo protegido descendió del 40,5% al 40,3%, y el empleo público se retrajo un 12%, ubicándose en el 15,5%, el valor más bajo para un primer trimestre en la serie histórica. Este doble movimiento, de caída del empleo formal y público y aumento de la informalidad, demuestra un cambio estructural en el mercado laboral argentino.
¿Qué pasó con los despedidos de la era Milei?
El informe del IAG ofrece un análisis detallado sobre el destino de los trabajadores que perdieron su empleo en el último año. Sorprendentemente, solo el 15% logró reinsertarse en un puesto de trabajo protegido: el 11% en el ámbito privado y el 4% en el público. La gran mayoría tuvo que buscar alternativas en el sector informal o quedaron fuera del mercado laboral:
- El 35% se insertó en el ámbito desprotegido, lo que equivale a 135.000 personas.
- El 25% se mantiene en situación de desempleo.
- El otro 25% desistió de la búsqueda de empleo y se encuentra en situación de inactividad.
Este panorama se agrava con el aumento del trabajo de mala calidad, especialmente para las personas mayores, que se ven obligadas a buscar empleo para complementar sus ingresos insuficientes.
La situación de la fuerza laboral es aún más compleja. La subutilización, que combina el desempleo con el subempleo, alcanza el 17,9% de la población económicamente activa. Si se incluyen a quienes, aunque no buscan activamente, desean trabajar más, la disponibilidad de fuerza de trabajo asciende al 29,6%.
Salarios por debajo del mínimo
El efecto de las políticas económicas también se refleja en los salarios. Según el Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas (IPyPP), el 20,4% de los trabajadores argentinos obtienen ingresos mensuales por debajo del salario mínimo. Este problema afecta de manera desproporcionada a las mujeres: mientras que el 14% de los varones gana menos del salario mínimo, este porcentaje se eleva al 28,7% para la población femenina.
Esta brecha salarial, sumada a la mayor vulnerabilidad de las mujeres mayores en el mercado laboral, evidencia que la crisis económica y el aumento de la informalidad tienen un marcado sesgo de género. El mercado laboral argentino se encuentra en una encrucijada, con una creciente precarización que afecta la calidad de vida y los derechos sociales de una porción cada vez mayor de la población.