Cuatro años después de la pandemia, la presencialidad enfrenta resistencia: 7 de cada 10 trabajadores la rechazan
A cinco años de la promulgación de la Ley de Teletrabajo y a cuatro del fin de la pandemia de COVID-19, el panorama laboral argentino revela una marcada preferencia por la flexibilidad.

Un informe privado reciente destaca que casi siete de cada diez profesionales argentinos rechazaría la presencialidad, llegando al punto de considerar un cambio de empleo si se les impusiera un retorno total a la oficina. Este dato subraya la consolidación del modelo híbrido y los desafíos que la normativa de 2020 enfrenta para adaptarse a las nuevas dinámicas laborales.
La Ley de Teletrabajo: de «salvavidas» a marco de garantías
La Ley 27.555 de Teletrabajo, sancionada el 30 de julio de 2020 en plena emergencia sanitaria, surgió como una respuesta crucial para garantizar derechos laborales en un contexto sin precedentes. Su objetivo principal fue regular aspectos como los horarios de trabajo, la desconexión digital y la provisión de equipamiento, ofreciendo seguridad jurídica tanto a empresas como a empleados que, mayormente sin experiencia previa, se vieron forzados a adoptar el trabajo remoto.
Francisco Scasserra, director de la consultora Michael Page, enfatiza que, si bien la ley fue un «salvavidas» en sus inicios, hoy se ha transformado en un marco que «otorga garantías y obligaciones mínimas al personal y a las empresas». Para las compañías, el trabajo remoto se ha convertido en un «beneficio estratégico para atraer y retener talento», un factor decisivo en un mercado laboral cada vez más competitivo.
Flexibilidad: un valor monetizado y desafíos para la productividad
La modalidad híbrida se ha consolidado como la opción predilecta, con el 67% de las compañías argentinas ofreciendo este esquema. Scasserra señala que «hoy el modelo híbrido y la flexibilidad laboral están monetizados», lo que implica que las empresas deben contemplar una inversión adicional si exigen asistencia presencial frecuente, sumado a otros costos como el transporte, que muchas organizaciones ofrecen como diferenciación.
A pesar de la preferencia por la flexibilidad, persisten desafíos en la medición de la productividad. El estudio Talent Trends 2025 revela que el 42% de los profesionales argentinos considera que rinde mejor trabajando desde casa. Sin embargo, para el 46% de los empleadores, la productividad no varía, y para un 33% incluso mejora en la oficina. Esta discrepancia evidencia la dificultad de las organizaciones para establecer métricas efectivas en el trabajo remoto, lo que, según Scasserra, «desgasta la confianza».
La encuesta también detectó una erosión en el vínculo entre líderes y equipos: solo un 5% de los profesionales siente confianza absoluta con su empleador, mientras que un 58% declara sentirse vigilado o no estar seguro de si lo están monitoreando.
Hacia un equilibrio: confianza, objetivos y competitividad
Desde Michael Page, se prevé que la búsqueda de un equilibrio entre lo remoto y lo presencial continuará siendo una prioridad. Scasserra concluye que es fundamental que las empresas se enfoquen en «generar estructuras donde existan objetivos concretos y medibles, y que se trabaje en pos de ellos». Esto no solo permitirá desarrollar y fortalecer relaciones de confianza, sino también sostener la flexibilidad como una ventaja competitiva real en un mercado laboral en constante evolución.